Salvar vidas
Hoy a mi padre le tocó sesión de tratamiento y como siempre desde hace seis meses, cuando nuestra vida dio un vuelco por culpa de un bicho llamado covid junto con otro llamado linfoma No-Hodkin, soy yo la que acompaño a mi padre en sus sesiones.
- Hola, Lara, cómo vamos. Antes de nada, por favor no sobrepases la línea y contéstame sinceramente a estas preguntas. ¿Fiebre en los últimos días?
- No
- ¿Tos?
- No, tampoco...
- ¿Contacto directo con algún positivo?
- No. Que yo sepa, claro...
- Seguro, ¿no? Es que, hija, tenemos un problemón, porque no veas la cantidad de gente que nos miente. Y, claro, eso supone un peligro tremendo. Llevamos un par de semanas que, día sí día no, tenemos que hacernos las pruebas porque nos vamos enterando de gente que viene aquí siendo positivo y eso no puede ser. ¡No puede ser! Si esto sigue así, llegará un momento en el que haya que cerrar el área porque así no se puede...No se puede poner en riesgo innecesario al resto de pacientes que vienen a tratarse ni al personal. Y ya me dirás tú cerrar esto lo que supondría...
- Vaya plan... Es tremendo...
- Pues sí. La gente no sé qué es lo que necesita para darse cuenta de lo grave que es la situación.
- Pues yo tampoco....
- Hala, hija, ya puedes pasar. A tu padre lo ví muy bien, pero por favor atadle en corto y que no salga, ¡que no salga!
Y mientras yo espero a que mi padre reciba su dosis de tratamiento de 30.000 a coste 0, ellos, en las escaleras y entre aplausos y gritos de "dimision", solo piden que les den los medios para hacer lo que mejor saben hacer: salvar vidas.
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