Que la tierra te sea leve, Sir.
Soy un hombre al que le encanta recitar diálogos de películas. Tengo en el almacén de mi memoria gran cantidad de ellos y, en los encuentros sociales, siempre termino recitando e interpretando aquellas escenas que más me ilusionan. Que si algo de Woody Allen, que si algo de John Ford, probablemente alguna de "La Gran Belleza" intercalada con alguna de las más emblemáticas de la historia del cine. Mi cabeza no es capaz de retener los nombres de los actores que participan en un filme, pero frases de película tengo a rabiar.
Entre el amplio catálogo destaca una especialmente, sacada de la película de John Houston "El hombre que pudo reinar" y que dice un Sean Connery –Daniel Dravot en el filme– recién llegado al legendario reino del Kafiristán. En ese momento, habiendo su amigo y compañero Michael Caine –Peachy Carnehan– demostrado sus habilidades con el Lee-Enfield, les pregunta el líder de una tribu si son dioses. A este comentario inocente del jefe responde nuestro escocés: "Dioses no, ingleses, que es lo siguiente mejor". Créanme cuando les digo que tengo a mis allegados fritos con mi imitación. Aun ahora, escribiendo estas líneas, soy incapaz de no decirlo un par de veces en voz alta.
Connery, como he leído en algún titular, deja de ser hombre para ser un mito, pero para mí, mitómano empedernido, llevaba siéndolo muchos años. Reinaste en Kafiristán, jugaste al golf con Goldfinger tras conducir un Aston Martin DB5, te metiste a franciscano de dotes detectivescas, combatías el nazismo con un paraguas y citando a Carlomagno, viajaste en el Orient Express y en el Nautilus. Fuiste marino, agente secreto inglés, escocés, futbolista, caballero, Sir, desertor ruso, intocable, hombre más sexy del siglo, Allan Quatermain, Robin Hood, Henry Jones Senior. Ahora eres leyenda.
Y es que con tu muerte demostrarás lo que James Stewart adelantaba en "El hombre que mató a Liberty Valance". Aquello de que "cuando la leyenda se convierte en un hecho, imprime la leyenda", porque tú te has convertido en una. Que la tierra te sea leve, Sir.
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