En defensa de la quinua
Un día de estos, en un interesante conversatorio en torno a la soberanía alimentaria, una productora de Cabranes ponía como certero ejemplo de acciones poco meditadas en torno a comida exótica la fama que está alcanzando el consumo e importación de quinua en algunos de nuestros concejos. El ejemplo era apropiado, pero no daba ya tiempo a contraponer una adecuada defensa de la quinua, y no en términos de soberanía, en lo cual la compañera tenía toda la razón, sino en relación con que… la quinua y su moda en nuestro país, ¿no puede ser también un asunto de venganza poética e histórica?
Que sí, que ha habido un auge de superexplotación de esta planta andina, que sí, que se destinan buena parte de sus cosechas a exportarla a lugares lejanos, y que, en efecto, poco tienen que ver con fortalecer economías locales, quedando las más de las veces al recorrido comercial y empresarial.
Pero, insistiendo, ¿no hay acaso una vena de justicia anticolonial, de resarcimiento y escarmiento por tanto ensañamiento contra la quinua por parte de curas, encomenderos e invasores en general de las tierras andinas?
¿Si para maldecirlo se inventaron tantas mentiras, y para que no fuera consumido por los habitantes nativos hubo tanto ataque a la plantita... cómo es que ahora la gente europea se pirra por estas semillas del demonio?
Y, además, es tan hermosa la planta, es tan increíble el porte y el colorido que logran en aquellos climas extremos, en aquellos arenales, en aquellas alturas de los Andes, que... ¿no vale la pena que haya gente pagando en la distancia esta recuperación acelerada y desproporcionada de la quinua sagrada, o de los "superalimentos" amaranto, cañahua y quinua, que habían sido perseguidos y destruidos por los colonizadores?
Poema de Juan Condorcanqui:
Pachamama Warmi eterna, O fuente, O puerta del Sol,
de la que nació la luz para todos los ranchos
y los cerros del mundo.
Recoge en tu vientre este tu pueblo, mi corazón,
Sus llantos, sus tierras, sus minas despojadas,
O Mamala, Pachamama.
Que de tus entrañas ardientes de vida,
Retoñen mil corazones hermanos, mil amores,
Cien mil llamas y vicuñas, cien mil ayllus y una estrella,
Cien mil hijos de nuestras mujeres.
Te lo ruego por mi fe, por mi trabajo, que de tu seno materno
Pachamama, y por el vigor inmenso de los Mallkus,
Florezca en la pampa la flor de la quinua y renazca la hermandad de los aynis.
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