Ni analfabeto ni alfanumérico (carta abierta a Javier Cuervo)
Abrir una comunicación manifestando mi conformidad con el fondo de su columna, publicada con el mismo título que mi escrito, pero en positivo, no parece un buen principio.
Sin embargo creo no cabe otra posición, tradicionalmente los docentes han sido maltratados en las contraprestaciones económicas que perciben por su trabajo; es así y por desgracia siempre lo ha sido, y no es necesario aportar ninguna de las infinitas citas, muchas de ellas brillantes, que al respecto se han escrito desde la aparición de los signos cuneiformes.
No estoy tan de acuerdo con usted en relación con los intelectuales, al menos con carácter general, y al menos en los tiempos que corren, actualmente hay algunos o bastantes intelectuales satisfactoriamente situados económicamente, entre ellos los bendecidos por la cultura oficial y jaleados por determinados medios de comunicación.
Para otros muchos intelectuales, que no han tenido suerte y no han conseguido sobresalir o no han conseguido la debida atención, sí resulta de aplicación la precariedad económica con la que son retribuidos. Pero por desgracia esto ocurre también en todas las actividades remuneradas, siempre para ser adecuadamente compensado económicamente es necesario primero tener suerte, y después demostrar la valía. Excluyo en todos los casos, por dañino y malsano, otro mérito, muy frecuente hoy, que es el de tener padrinos o valedores más o menos interesados.
Hechas estas consideraciones, paso a exponer mis discrepancias. Es muy frecuente entre los lectores celosos interpretar los textos con puridad gramatical, y este es el caso. No estoy de acuerdo con la interpretación que hace usted de las manifestaciones del señor Boyer, aunque correcta gramaticalmente entiendo que distorsiona y enmascara el sentido que aquel quiso dar a su manifestación, aun cuando esta interpretación resulte útil para defender las certeras tesis sobre los docentes.
Evidentemente el señor Boyer no debe ser un purista del idioma, y analizando el objeto de sus manifestaciones entiendo que emplea indebidamente la palabra analfabetos, al menos en su sentido gramatical; en mi opinión, para una correcta interpretación al pie de la letra debería haber empleado los conceptos incompetentes, mediocres o incluso incapaces, pero no un concepto gramatical que pudiera ser relacionado con incultura; vincular los conceptos capacidad, eficacia o talento para cualquier actividad, con cultura, es una perversidad, aunque esta última nunca sobre y sea muy necesaria.
Pero al fin, sin sacarlo de contexto, lo que el señor Boyer pregona es que en la política, como en cualquier actividad, nunca se podrá contar con personas de valía profesional, claridad de ideas, y eficacia en la gestión, si no son adecuadamente remuneradas.
Sin hacer fácil demagogia al respecto, en esta sociedad de economía de mercado que nos está tocando vivir, estas remuneraciones, muy altas para los buenos líderes, no se fijan por decreto, las establece la eficacia y la demanda de cerebros en las actividades privadas.
Estoy con el señor Boyer, si no se remuneran adecuadamente, en la gestión política no tendremos incultos, sino que acabaremos teniendo acémilas, con respeto para los vertebrados que responden a este concepto gramatical. Claro que ello no evitará que proliferen en este campo idénticos animales políticos con el único mérito de ser ahijados o validos.
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