Se busca maestro
España se enfrenta de nuevo a un encierro. Sin embargo, en este encierro no hay alegría, éxtasis, emoción, ni belleza. Estafeta se encuentra huérfana, fría, desolada. Herida. Y no por las afiladas astas de algún toro bravo, sino por un virus que ha vuelto a cornear a España hiriéndola de gravedad. La han vuelto a mandar a la enfermería.
El problema no reside en la bravura del virus, con el que llevamos intentando lidiar meses. El problema de España es que no encuentra un maestro que se vista de luces y haga una gran faena para una plaza con más de 45 millones de espectadores, sin contar a los foráneos que puedan acercarse a ver la corrida. Nadie ha sido capaz de enfrentarse al semental acompañado de un capote con el que dibuje verónicas llenas de verdad. Porque lo único que pide la plaza es que el torero se entregue en cuerpo y alma a su faena. Sin reservas. Con pundonor. Arte. Elegancia. Enfrentando a la muerte de cara, mirándola a los ojos y diciéndole que va a salir a hombros de la plaza más difícil de su vida. Con dos orejas y un rabo.
La plaza se impacienta, se entristece. Vuelven a ver cómo el semental hiere de gravedad al diestro. A su querida patria. A su arte. A su cultura. A su gente. La desesperación, junto a la crispación, se apodera del tendido. Como si vivieran una pesadilla constante en la que las heridas por asta de toro se cuentan por miles. Pero el público, que es soberano, no pierde la esperanza de acudir un día a la plaza y ver al maestro salir a hombros. De que vuelvan las grandes tardes. El éxtasis, el júbilo, la emoción, la alegría, los oles, la respiración contenida. En definitiva, el arte. La fiesta. San Fermín. Pero, por encima de cualquier cosa, que vuelva ella, la patria. España. Con sus virtudes y sus defectos, porque solamente así puede y debe ser entendida. Su gente, su alegría, su desparpajo. Los asistentes, del primero al último, tan solo sueñan con despertase de esta pesadilla.
“La Verónica mitad / Dice siempre la verdad / Pero está cansada de esperar” (Andrés Calamaro).
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