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En desacuerdo con la Asociación «Nora» de Pola de Siero

10 de Julio del 2010 - María Álvarez Menéndez (Pola de Siero)

Soy madre de una niña de 12 años cuyo diagnóstico es «trastorno de espectro autista». Desde el año 2007 vivimos en Pola de Siero.

Nos vimos obligados a trasladarnos desde Oviedo, porque el equipo psicopedagógico del colegio en el que estaba escolarizada mi hija desde 1.º de Infantil, Santa María el Naranco las Ursulinas, al inicio de 2.º de Primaria nos reunió para comunicarnos que la patología diagnosticada a nuestra hija presentaba tales complicaciones que le impedía continuar escolarizada en el centro.

Tras muchas reuniones, tras sopesar pros y contras, decidimos aceptar la propuesta de la Consejería de Educación y escolarizar a nuestra hija en el Colegio Público de Pola de Siero, el Centro Celestino Montoto. El trabajo realizado en el mismo con mi hija, hasta el día de hoy, ha sido excepcional, logrando unos avances tanto conductuales como académicos que yo definiría de extraordinarios, gracias al trabajo metódico, estricto, pero sobre todo vocacional, de su profesor de apoyo.

Como niña con discapacidad, sus tardes de ocio están muy limitadas. Por ejemplo, no puede asistir al polideportivo pues no se desarrollan clases destinadas a este tipo de niños, salvo la piscina; pero es que incluso en este ámbito están discriminados, porque si los niños, digamos, «normales» tienen derecho a dos días a la semana de natación, los niños «especiales» únicamente tienen derecho a un día; y «reza» por que el monitor que le toque sea uno de esos profesionales vocaciones y no un mero profesor de natación que no sabe conectar con este tipo de niños.

Los sábados acude a terapia con caballos en el Centro Hípico Astur de Gijón; jamás nos han puesto ninguna pega porque mi hija esté diagnosticada de TEA y el resto de compañeros presenten patologías muy diversas, terapia que por la falta de apoyos, supone a cada familia cien euros al mes por una hora a la semana, aunque todos los padres los Damos por bien pagados ante el magnífico trabajo que desarrollan los profesionales del centro.

Todo ello nos decidió a apuntar a nuestra hija en el Centro Nora, especializado en el trabajo con niños y jóvenes con diversos tipos de discapacidad intelectual. Como padres, aspirábamos a que nuestra hija pudiese desarrollar cualquier tipo de taller de carácter lúdico. Nunca pretendimos que en dicho centro reforzasen los conocimientos que le imparten en el colegio porque para eso ya tenemos una profesora particular que acude diariamente a casa. Únicamente buscábamos un sitio al que nuestra hija pudiese ir a pintar, colorear, correr, como actividad extraescolar porque ¿qué niño «normal» no desarrolla ninguna actividad extraescolar? ¿por qué a mi hija no le dan esa oportunidad?

Tras la lectura de los informes médicos y el trabajo de los profesionales del centro con nuestra hija con el fin de realizar una valoración, nos comunican que van a ir probando con algunos de los talleres que desarrollan y ver en cuál de ellos tiene mejor cabida. Para acceder a ello, tuvimos que hacernos socios y pagar la cuota, anual, de 60 euros.

Pues cuál fue mi sorpresa cuando, tras ¡dos clases!, solicitan una reunión con nosotros, a la que asiste mi marido y, para nuestro asombro, le comunican que nuestra hija no puede continuar en el centro. ¿Razones esgrimidas? ¡Alucinantes! El psicomotricista alegó que debido al excelente desarrollo físico que presenta mi hija, nada podía hacer con ella. La psicóloga, logopeda y resto de profesionales adujeron que debido a su ¡gran potencial!, se veían incapaces de acceder a ella y por tanto desconocían qué metodología desarrollar.

Mi pregunta es muy sencilla: si en este centro está especializado en el trabajo con niños con síndrome de Down o bien afectados de parálisis cerebral, ¿van a ser incapaces de trabajar con mi hija? Nosotros sólo pedíamos su incorporación a algún taller ocupacional que ¡para qué engañarnos! lograra el desarrollo de algún tipo de actividad que la obligase a salir de casa.

Lo único que quiero saber es por qué mi hija ha sido discriminada del Centro Nora de Pola de Siero. Y si la respuesta es la patología que presenta, trastorno de espectro autista, ¿por qué no abren en el mismo centro un aula especializada en TEA para niños del concejo de Siero diagnosticados dentro del amplio espectro autista. ¿O es que acaso mi hija es la única niña que está diagnosticada de TEA en todo el concejo de Siero? Permítanme que lo dude.

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