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Ahorrar en tiempos difíciles

3 de Noviembre del 2020 - Manuel Díaz Estrada (Forcinas, Pravia)

Estos días en los que vemos que todo dios sale a la calle a pedir auxilio al Gobierno porque se encuentra sin recursos económicos como consecuencia de la pandemia, uno recuerda cómo, siendo un niño de apenas 12 años, tuve que abandonar la escuela para trabajar junto con mis padres en una casería en régimen de “aparcería”. Para los que desconozcan el significado de la palabra “aparcería”, en palabras coloquiales y en asturiano: “Trabayar da medies”. Eso significaba que el dueño de sus fincas te las dejaba para trabajarlas, junto con las vacas y demás animales, tú ponías el trabayu y al final de mes le tenías que dar la mitad de todo lo que la tierra y los animales produjeran: la mitad del dinero por la venta de la leche; de los terneros; la mitad de la cosecha de lo que cultivaras: patatas, maíz, fabas y trigo. Pues, como les comentaba, en esta situación “da medias” he tenido que vivir con mis padres durante 25 años. Todo ello transcurría en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del pasado siglo. Y ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver todo esto que les cuento con el título de mi carta? Pues sí, verán: mis padres, como otras muchas familias de aquellos difíciles años de nuestra posguerra, no tenían ni una casa propia ni un pequeño trozo de terreno. Es decir, éramos pobres. Pero mi difunta madre, además de ser una gran trabajadora en las duras faenas de la casería, tenía otra gran virtud: la del ahorro. Así, en aquellas difíciles circunstancias, en las que ahorrar unos miles de pesetas al año era poco menos que una misión imposible, ella, poco a poco, cual hormiguita, logró reunir tres millones y medio de las pesetas de la época, todo un capital en los años ochenta. Con ese dinero, mis padres y yo conseguimos comprar una propiedad en la localidad de Forcinas, en el concejo de Pravia, donde vivo felizmente desde hace treinta años.

Con esta pequeña vivencia personal que hoy les he querido relatar, me gustaría que muchas de esas personas a las que estos días vemos reivindicar ayudas al Gobierno porque sus negocios tienen que cerrar, que recuerden que hay algo en la vida que debemos aprender desde muy jóvenes: el sentido del ahorro. El viejo refrán de que “en tiempos de vacas gordas hay que ahorrar, para cuando lleguen las flacas” es algo que en estos tiempos muchos deberían poner en práctica antes de salir a pedir auxilio para que papá Estado les resuelva la papeleta por su falta de previsión y del sentido del ahorro...

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