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El ateísmo como postura filosófica

3 de Febrero del 2009 - Aquilino-Saúl Torga Llamedo

A propósito de recientes manifestaciones publicitarias aparecidas en un medio de transporte, negando o, más bien, dudando sobre temas teológicos, para los no iniciados diremos que ateísmo (ser ateo o abrazar el ateísmo) es negar a Dios y toda realidad que pueda llamarse divina. El ateísmo no es propiamente una religión, sino una postura filosófica o vital respecto a la existencia de Dios.

En el caso del ateísmo, la mezcla de corrientes filosóficas hace difícil una categorización de criterios excluyentes, por lo que distintos grupos o personas utilizan diferentes adjetivos para dar ventaja a las diferentes posturas. Pero intentaré hacer una clasificación para entendernos.

En primer lugar, el ateísmo militante o positivo se caracteriza por la negación categórica de la existencia de Dios, pretendiendo encontrar para ello explicaciones filosóficas, sociológicas, históricas y psicológicas. Este sería el caso del marxismo, que establece las premisas para la concepción materialista de la historia. Se autodenominan «librepensadores».

El ateísmo débil o escéptico sería la forma más común del ateísmo. No es la creencia en la inexistencia de Dios, sino la ausencia de creencia en Dios. El ignorar a Dios, el «pasar» de todo tema religioso.

Finalmente el ateísmo «agnóstico» que no niega explícitamente la existencia de Dios, sino la posibilidad de conocer su existencia. Propiamente no se consideran ateos, ya que no lo niegan, sino que consideran inaccesible al entendimiento humano.

Todo este preámbulo viene a colación de la campaña publicitaria que aparece en los autobuses de transportes públicos del área metropolitana de Barcelona –financiada por la Unión de Ateos y Librepensadores de Cataluña e importada de la cultura británica a través de la British Humanist Association–, con el lema: Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida.

A propósito de la campaña puesta en marcha en autobuses de diversas ciudades sobre la existencia o no de Dios

Lo primero que me sugiere ese eslogan es que la citada Unión de Ateos y Librepensadores de Cataluña da la impresión de que quieren presentarse como una especie de religión, para la que intentan captar adeptos. En ese caso yo estoy muy contento con la que profeso, con la que me inculcaron mis padres con su ejemplo y que yo asumí conscientemente.

No me ha molestado la duda del «probablemente Dios no existe», pues expresan una postura personal de tantos que no han llegado a la fe, que, al fin, es un regalo de Dios, al que se lo agradezco todos los días. Lo que me ha sorprendido e incluso molestado es la segunda parte, –«Deja de preocuparte y disfruta de la vida»–, que viene a insinuar que los creyentes somos unos amargados por el hecho de nuestra fe.

El Dios de Jesús, el Dios Padre-Madre en el que yo creo, lejos de amargarme la vida, me da una perspectiva que transciende incluso los límites de esta vida y una proyección humanista y de fraternidad universal, al considerar a todo ser humano como un «hermano», por el hecho de ser él también hijo de Dios, hijo del mismo Padre. Yo soy padre de cuatro hijas y las quiero entrañablemente, pese a mis limitaciones. Por eso puedo atisbar lo que es Dios para mí: un Padre o mejor un Padre y una Madre a la vez con un cariño elevado a la enésima potencia respecto al que yo tengo para mis hijas, que tan gráficamente queda reflejado en la admirable parábola del hijo pródigo.

Al sentirme hijo de tal Padre, me preocupo estos días por los más de mil palestinos que han sido masacrados en Gaza por los halcones del ejército de Israel, en respuesta a las provocaciones de los misiles lanzados sobre territorio israelí por terroristas de Hamas; me preocupo también por la gente que en España está cayendo en el pozo del paro cada día, por los cerca de mil millones de personas que siguen viviendo a lo largo y ancho de la geografía mundial en estado permanente de hambre, por los niños que crecen sin el cariño de los padres, por los millones de seres humanos que carecen de asistencia médica, por tantas calamidades de las que, de alguna manera, todos somos responsables.

Me da la impresión que esa segunda parte del eslogan –«Deja de preocuparte y disfruta de la vida»–, es una llamada al hedonismo, a dejar de preocuparnos por el prójimo, al más puro egoísmo.

Por otra parte, los creyentes en general y los cristianos en particular, que tenemos una idea trascendente de la vida con promesa de eternidad, vivimos y disfrutamos –dentro de nuestras limitaciones–, de una vida espiritual, cultural y familiar y honestamente de lo material, porque es bueno, creado por Dios para disfrute de todos sus hijos.

Así que todos tranquilos y cada uno a lo suyo. Quien tenga una realización humanista circunscrita a lo mediocre, mezquino, transitorio y achaparrado de este mundo, tristemente sin esperanza, lo siento por él. Pero que no intente vendernos el «invento» como una ganga.

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