Orejas tiesas
Sobreinformados y desinformados. Así nos encontramos desde hace unos días con las elecciones americanas. No creo que existan dos palabras que definan mejor a la sociedad actual. El bueno de Donald nos ha dado varias lecciones vitales en los tiempos que corren. Los famosos analistas viven en una realidad paralela o tal vez en una burbuja, su labor es similar a la de las escopetas de feria. La pluma con la que escriben parece estar calibrada y lista para disparar, pero tan solo juega con el lector creando la ilusión de estar informando cuando en realidad llevan a cabo un sesgo ideológico y mediático equivalente al tamaño de la mayor iglesia chilena. Si es que aún los barbaros no la han derribado. Fiel a sus principios, Trump ha dado la batalla frente a todo tipo de opositores. Políticos, televisivos, mediáticos e institucionales. Incluso, en caso de que ganase, las hordas mediáticas y sensacionalistas estaban preparadas para dar batalla en las calles. Los comercios de la mayor potencia mundial han tenido que blindarse frente a la violenta intolerancia de los que día tras día presumen orgullosos de ser tolerantes. El Derecho impartirá justicia.
Sin embargo, no debemos dejar que esta resaca americana nos aleje de nuestros principales quehaceres. España se resquebraja a pasos agigantados. Hace unos días el PSO, porque la "E" de español hace tiempo que la perdió, pactaba la eliminación del castellano como lengua oficial del Estado y como lengua vehicular en la educación con los socios de aquellos que sueñan con una República pero que cuando tienen que proclamarla no se atreven o dura menos que el respeto de Pedro Sánchez por las víctimas de ETA. Si es que alguna vez existió. Además, cerrar los centros de educación necesaria, que no especial, es otro de los oscuros apartados de esta siniestra ley. Porque, tal vez, si nuestros políticos hubiesen tenido la educación necesaria, y no el trato especial de algunas universidades, no se les hubiera pasado por la cabeza abandonar a los usuarios de estos centros. Todo este cúmulo de despropósitos se recogen en la ley Celaá, que la Ministra ha impulsado con el apoyo de sus antidemocráticos socios. Aquellos que persiguen, atacan y silencian a los españoles en Cataluña junto a los que idolatran Venezuela son los que han echado a tus hijos de la escuela y al castellano de las aulas.
“España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido” (Otto von Bismarck)
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