Trump, ni señor ni presidente
No hay mal que por bien no venga y estas peculiares elecciones en EE UU han mostrado otra cara que Donald Trump probablemente planeaba enseñar en los próximos cuatro años. Ha sido la democracia con sus votaciones la que lo ha impedido y de ahí quizá el motivo de su ira, el no haber llegado a tiempo para llevar a cabo sus propósitos al encontrarse ya placado. Pudo haber abandonado la Casa Blanca como lo hicieron otros presidentes, como malos presidentes pero buenos americanos, pero usted prefirió hacerlo como una persona a la que no le importó involucrar a sus conciudadanos en sus intereses personales aun a sabiendas de que sacaba peligrosamente sus armas a la calle enfrentándolos en el peor momento, en el que domina la pasión a la sensatez.
Muy probablemente acaba de cerrar con sus acusaciones infundadas de fraude electoral la posibilidad de regresar algún día a la Presidencia al demostrar que su personalidad es incompatible con la de un presidente de la democracia más emblemática del mundo; el fragor de la batalla pasará y sus adeptos comprenderán que los envió a ella por ambición, no por EE UU. Adiós, Trump; bienvenido, señor Biden.
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