¿Qué cree la Ministra que es la educación?
No sorprende, en absoluto, la pretensión de seguir ideologizando la educación. No creen en absoluto, todos los gobiernos llamados progresistas, en la familia como el lugar natural donde se educa a los niños.
Y no lo creen porque no tienen un modelo de familia... Para el materialismo, la familia es consecuencia del Estado, y no este de la familia. Un error, que la historia y la sociología demuestran, y en España desde hace cuarenta años ha sido y está siendo un fracaso, tanto en la formación académica como en la educación y el desarrollo del menor.
La escuela, para la ministra actual, es una responsabilidad exclusiva del Estado, y no una obligación de los padres. Al no tener un modelo de familia, el niño queda sin protección ante el derecho a ser formado en sus diferentes etapas biológicas (niñez, pubertad y juventud). Etapas que requieren dos figuras irremplazables: un padre y una madre. Que tienen el derecho natural a ser criados en un ambiente de libertad, de concordia y de amor. A estar alejados de conductas machistas o feministas, que no tengan un referente para su recta y ordenada formación, mental y espiritual (no es solo un “ente” material, tiene sentimientos, razona y se hace preguntas a lo largo de su formación biológica). De igual manera, el ejemplo familiar es la única escuela capaz de influir en valores de dignidad, respeto y libertad, pues de nada les servirá largas y hasta tediosas charlas sobre ellas si no ve el ejemplo en su propia casa.
Por ello, las familias no pueden ser ajenas a una política educativa que tiene que ser el complemento de la transmitida en la familia. Pueden los gobiernos legislar sobre las materias formativas que ayuden al conocimiento, ordenando las asignaturas que crean convenientes para la mejora intelectual del alumno. No pueden los gobiernos suplir a los padres bajo ningún concepto. Ni pueden privarles del derecho natural a elegir el tipo de educación y de colegio que quieren para sus hijos.
No olviden, ni los defensores de la educación pública, ni los de la educación concertada y aun los de la educación privada, que el coste de su mantenimiento sale de todos los españoles, sin distinción de ideologías políticas ni de género.
Cuarenta años avalan el fracaso escolar, el fracaso formativo y el cacao mental de la juventud de ahora, que han sido niños antes. Si, aun y con todo, pretenden seguir formando a los niños bajo una igualdad inexistente en lo biológico, terminarán generando más dudas sobre la condición humana.
Y eso no puede ser...
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