Paraíso dantesco
Resultan curiosas las nuevas medidas restrictivas implementadas por el señor Barbón, decretando el cierre de bares y restaurantes.
Resultan más curiosas aún, cuando los datos del Ministerio de Sanidad publicados el 16 de octubre, achacaban a la hostelería el 2,4% de los brotes y el 5,2% de los casos desde marzo. Y no es únicamente cuestión patria. Reino Unido ha facilitado también estos datos, situando en un 5% el total de los brotes producidos en los bares. Ningún país europeo supera el 6% de contagios en la hostelería. Quizás estos datos no sean del todo fiables, pero lo que más certero es que estas ruinosas medidas se implementan con el objetivo de tapar vergüenzas, y manifiestan una incapacidad de implementar un sistema fiable de rastreo, y una protección eficaz en las residencias.
Resulta también curioso que el Edén turístico que gobiernos anteriores nos prometieron –¡Abran ustedes restaurantes y hoteles rurales que nos haremos ricos!–, ante su ineptitud y falta de voluntad de dotar a Asturias de un plan de reconversión industrial próspero, y que salvaría a nuestro paraíso natural, sea el punto de mira de los dirigentes actuales. Un paraíso, que sin parecerse al descrito en “La Divina Comedia”, tiene el relato dantesco.
Lo que no es tan grave de estas nuevas medidas restrictivas es que Asturias ya está muerta en vida. Nuestra región representa la crisis perpetua como modelo económico y productivo, sin perspectivas de futuro para nuestros jóvenes, y sin grandes contratiempos, parapetada en el más puro keynesianismo clientelar. No vaya a ser que se cree riqueza y empleo en Asturias y los miles de asturianos en la diáspora puedan volver.
Asturias es hoy una tierra anquilosada en una generación sin mañana ni esperanza. Durante unos años más nos seguiremos viendo en la mitad de la tabla del PIB per cápita de España, creyendo que nos encontramos en mejor situación que nuestros compatriotas del sur. Pero la tortilla de camarones la sirve un camarero asturiano, y no al contrario. Al del puestín esto no le preocupa mucho.
Señor Barbón, la crisis endémica que lleva atravesando nuestra región durante décadas es acuciante, no la empeore.
Partirse el lomo durante una vida entera, sin mirar el reloj, jugarse el pellejo y crear riqueza en la región, es una empresa cada vez más complicada, y lejos de obtener una suculenta recompensa, los hosteleros se ven obligados a hacer malabares para no tener que bajar la persiana.
La hostelería asturiana no es un crimen. Es un orgullo patrio que vela por nuestra felicidad, al que hay que defender y apoyar, no extenuar.
La hostelería asturiana no es un crimen. Es un orgullo patrio que vela por nuestra felicidad, al que hay que defender y apoyar, no extenuar.
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