Una calle en la villa de Tineo a la memoria del inolvidable maestro don Benito Reyero García
No es la única ocasión en que la villa de Tineo ilustra una de sus calles a la memoria de un preceptor. Así en la segunda década del pasado siglo se honraba la memoria de don Pío Cuervo y Valledor, maestro de primeras letras, nacido en la misma villa el 3 de mayo de 1840 y fallecido el 21 de febrero de 1903. Quien desde 1863 había sido nombrado por la Junta Provincial de Instrucción Pública, maestro público para la escuela de Oviedo; posteriormente, para la de Navia; y en agosto de ese mismo año para la de niños de Tineo. Tan valiosos fueron los frutos que transmitió a varias generaciones a lo largo de casi seis lustros que, a iniciativa de sus antiguos alumnos (con el presbítero don Claudio Zardaín a la cabeza), se le tributó a título póstumo un homenaje en 1923 con el levantamiento de una placa colocada en el frontispicio de la iglesia parroquial. Y la concesión de su nombre a la calle que sigue el eje de la entonces denominada del “Comercio”, abandonada a su izquierda la plaza del Fontán y finaliza en la entonces existente báscula del ganado (hoy del edificio que alberga un supermercado), hasta el inicio de la calle del filántropo Marcos Rodríguez (1). Este señor había invertido todo su capital en la creación de una fundación docente, Fundación Marcos Rodríguez y Gabina de la Cruz, cuyos pabellones (comedor, edificios escolares de niños/as, residencia de maestro/a y portera) fueron levantados en 1925 en su aldea natal de Casares. Hoy todo el conjunto en lastimoso estado ruinoso por las injurias del tiempo, y la incuria de autoridades y vecinos.
Contigua al inicio de la que se ofrendó en su día a don Pío. Recientemente y cumpliendo la ley de Memoria Democrática, el Ayuntamiento emprende el expediente para el cambio de nombre de la calle que en su día se dio a la memoria del político Calvo Sotelo por otro nombre sugerente, haciendo partícipe a la opinión popular por votación electrónica. El apoyo fue mayoría a favor del maestro don Benito Reyero García.
Este abnegado educador nació en el pueblo de Aviados, del municipio leonés de Valdepiélago, el 4 de octubre de 1914. Le sorprendió la muerte en la villa de Tineo un 14 de agosto de 1967. A corta edad se quedó huérfano de padre y madre, quedando su formación en manos de su hermano Enrique. Con tal solo 2 años sufre una infortunada caída que le produce fractura vertebral, que le dejará estigmatizado el resto de sus días. En León cursó los estudios de Magisterio. Siendo uno de los llamados “Cursillistas del 36”. De ideas claramente republicanas hubo de sufrir las consecuencias de la represión del anterior régimen. Sufriendo prisión en el monasterio de San Marcos.
Una vez liberado, comienza a ganarse la vida como maestro, en Congosto (Ponferrada). A las tierras de Tineo llega el año 1938, siendo contratado por los vecinos de Vega de Rey y de Sangoñedo, para dar escuela a sus hijos. En esta última organizó un grupo de teatro. En 1945 contrae matrimonio en Tineo con Pilar García (de la familia de Gerelo), de cuyo matrimonio son hijos Natividad, María Luisa, María del Pilar y Benito.
Al estar “señalado” por sus ideas y no poder emplearse como maestro nacional, fundó en 1946 el colegio Cervantes, de carácter eminentemente privado. A su escuela concurrían alumnos de todas las edades y sexo, a los que impartía las materias elementales; además de contabilidad, mecanografía e incluso música, ya que en su juventud había sido miembro de la banda municipal de música de León, tocando un instrumento de viento. Adaptaba su horario de trabajo a la mayor comodidad del alumnado. Y famosos eran sus viajes de estudio con excursiones a diversas playas y lugares de la región y limítrofes. Todos los años celebra su fiesta onomástica con la popular “chocolatada”, con la que obsequiaba a alumnos y amigos, cada 21 de marzo.
A mediados de los años sesenta (quizá reparando una injusticia) fue contratado como profesor del Colegio Libre Adoptado San Francisco, ejerciendo de preparador de alumnos de ingreso. Dejando a su hija Natividad al frente del Colegio Cervantes. Pudo haber regresado don Benito a su tierra natal, propuesta siempre que rechazó, al preferir vivir y morir en Tineo, donde había hallado cariño, afecto, respeto y trabajo. Porque en Tineo fundó una familia y aquí dejó una escuela fecundada de honradez y de excelente pedagogo.
Creo que es de general contento el haberle concedido al maestro don Benito el nombre de una calle. Y pienso que sus antiguos alumnos se sentirán orgullosos cuando recorran el tramo de calle que en su honor le han tributado un puñado de gentes virtuosas y sensibles.
(1) El 11 de agosto de 1925, a propuesta de la Alcaldía de Tineo, se acordó “que se diese a la calle que baja desde la báscula del mercado de ganado hasta finalizar el camino de fondos de villa el nombre de calle de Marcos Rodríguez, para honrar la memoria del fundador de las escuelas de Casares, por ser don Marcos Rodríguez persona que merece el agradecimiento del municipio por la espléndida donación que representa la llamada Fundación Marcos Rodríguez y Gabina de la Cruz.
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