Sobran recomendaciones, falta responsabilidad
Ante la segunda ola del covid por la que estamos atravesando los españoles, con unos datos escalofriantes de fallecidos y de nuevos contagiados, creo que a los ciudadanos nos sobran las recomendaciones y los consejos que diariamente nos lanza la clase política, y nos falta responsabilidad, individual y colectiva, ante la pandemia.
A estas alturas de la batalla contra el maldito virus, todos deberíamos tener aprendida la lección. Si queremos vencer en esta “guerra”, la única arma que tenemos es el aislamiento individual de la ciudadanía. Y es en este punto donde los españoles fallamos estrepitosamente. Nuestras formas de convivir y de relacionarnos, de hacer vida social, difieren mucho de los ciudadanos de otros países vecinos. Las costumbres de vida de las familias, principalmente en las grandes urbes, nada tienen que ver con las de hace 50 años. Hoy, la gente, tanto jóvenes como mayores, hace más vida fuera del hogar que dentro de él. Los jóvenes, con un alto porcentaje sin trabajo, buscan matar el tiempo en la calle, donde llegan a formar verdaderas tribus urbanas. Los abuelos, aquellos que han tenido la suerte de que no les hayan ingresado en una residencia, también se les hacen muy largos los días para pasarlos solos entre cuatro paredes, por lo cual también buscan en la calle la reunión o la tertulia con sus amigos de toda la vida. Con este tipo de costumbres, en las que el ocio en la calle se hace poco menos que imprescindible. De pronto, y por sorpresa, nos llega el maldito covid-19 y nos pone a todos contra la pared.
Y nos preguntamos, ¿qué pueden hacer nuestros gobernantes para controlar esta situación? Ciertamente poco. Es imposible pretender que el Gobierno nos coloque a cada ciudadano un policía a nuestro lado para hacernos cumplir a rajatabla las normas. Desgraciadamente, la única salida que nos queda si queremos doblegar la famosa curva que sube y sube sin cesar es nuestra responsabilidad, nuestro sentido común, nuestra sensibilidad con el problema, no solo por nuestra propia salud, sino por la de nuestros familiares y la del resto de la sociedad.
Nos sobran recomendaciones, consejos y prohibiciones, y nos falta civismo colectivo. Es difícil compaginar la economía con una enfermedad tan peligrosa como esta. De ahí que muchas veces los políticos y los propios ciudadanos tengamos que elegir entre salud o economía...
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