La mosca
Don Fernando Morán, que en paz descanse, durante su mandato como ministro de Exteriores del Gobierno de Felipe González, fue objeto de múltiples chistes (similares a los "memes" de la actualidad), seguramente injustos, que llegaron a recopilarse en cuadernillos a la venta. En uno de aquellos chistes se decía que era como una mosca, porque cada vez que volaba, y volaba muy a menudo, soltaba una cagadita, intentando dar a entender que su gestión ministerial, según el autor, dejaba bastante que desear; a pesar de ello, mucha gente se daría con un canto en los dientes por volver a tenerle, en la actualidad, de ministro de Asuntos Exteriores, aunque con nuestro augusto Presidente las cosas seguirían igual de mal.
Este chiste se lo podríamos aplicar al inefable Fernando Simón, que cada vez que habla, y habla muy a menudo, la caga. La última fue el chiste, de mal gusto, sobre las "enfermeras infecciosas", por el que tuvo que disculparse, seguramente por exigencias de la ministra de Igualdad que, posteriormente, escribió un tuit "alabando" que hubiese reconocido que es víctima de "estereotipos machistas tóxicos"; bueno, en realidad, lo que demuestra es su falta de gracia (seguro que se cree muy gracioso y está fascinado porque el coro celebre sus emanaciones) y su poca educación, además de la absoluta falta de conciencia sobre la relevancia de su papel en la sociedad.
El asunto de las enfermeras se une a otras muchas "tonterías" por las que, ya hace tiempo, debería haber dimitido de su puesto pero, imagino, es el único que le da un poco de barniz científico al "Comité de Expertos", ese que transmite sus decisiones a través de la ouija y que, probablemente, forman este personaje, Iván Redondo, Salvador Illa y nuestro amado líder. Antes de esta última "gracia", vino el asunto del dedo en la nariz (tal vez creyó que era una prueba PCR y se perforó el cerebro), o el romanticismo de la Navidad, o el del accidente de tráfico con 15.000 fallecidos, o la canción de la almendra, las mascarillas no son necesarias, o su gran hit, el pelotazo por el que será siempre recordado: "Sólo habrá algún caso diagnosticado".
El diario francés "Le Figaro", en un artículo del que se hizo eco el diario digital "The Huffington Post", mostraba su perplejidad ante el último anuncio de Fernando Simón, de que la segunda ola en España se estaba estabilizando, el día que se habían anunciado más de 400 nuevos fallecimientos; la explicación del epidemiólogo es como la del embaucador Dulcamara: ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Este hecho demuestra dos cosas: por un lado, que Europa ya le tiene tomada la medida al Gobierno Sánchez y, por otro, el absoluto descrédito que tenemos en la actualidad.
Tanto Fernando Simón como Iván Redondo no disponen de la "protección" judicial que los aforados tienen, y el día que se vean ante un juez no será en el Tribunal Supremo, no tendrán delante un juez "sensible" y este hará caer sobre ellos todo el peso de la ley. Iván Redondo es otro de esos personajes turbios de los que se rodea nuestro inefable presidente, y que se encarga de mover todos los hilos del trampantojo en el que vivimos: programa las homilías presidenciales, diseña la neolengua sacada de series televisivas, es el director de escena de los homenajes pseudomasones y de las visitas rodeadas de banderas, seguramente es el responsable de toda la estrategia del Gobierno, tanto a corto como a medio y largo plazo, con todo lo que esto implica, un gran manipulador. Sí, terminarán ante un juez tarde o temprano, igual que sus jefes.
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