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¡Viva la diferencia!

13 de Noviembre del 2020 - José Luis Sancho Sánchez (Zaragoza)

Alguien me pidió el otro día que dijera algo sobre la mujer en una de estas carticas. ¡Oh là la!, ¡la mujer!, criatura sublime y generosa. Bueno, yo creo que se ha desbocado un poco el asunto sexual, perdón, la cuestión de los sexos, probablemente por intereses políticos y comerciales, que viene a ser lo mismo. Pero, bien, no tengo inconveniente:

Mi abuela y mi madre lucharon por la vida de los suyos; mi abuelo y mi padre lucharon por un sueño; mi esposa, que también es madre y abuela, lucha por los suyos, yo... lucho por un sueño. Quizás ese sea el puro y simple resultado de ser hombre y mujer. No quiero decir que una mujer no luche por un sueño, pero ¿un sueño a costa de los suyos?, o ¿un sueño en el que no estén los suyos?... Difícil. ¿Es entonces el hombre un auténtico egoísta que, aun a costa de los suyos, iré en pos de sus sueños? No en general, pero sí está en la médula masculina.

¿Cómo podemos conjugar esto en la endiosada e interesada igualdad de los sexos? Es posible que no tenga solución, así que lo que puede pasarnos es que se nos adoctrine, se nos acondicione, se nos controle y se nos someta a un cambio de sexo. No quiero decir un cambio de matrícula, sino un cambio de intereses, de impulsos, de sentimientos, de aspiraciones, de... motivos, de deseos. Todos y todas debemos ser iguales a excepción de unas ligeras diferencias físicas, porque, claro, sin esas diferencias pronto dejaría de existir una humanidad viva. Es como si todo lo que debe diferenciarnos sea el sexo puro y duro.

La inclinación fervorosa de la mujer por ser esposa, madre, abuela y amiga debe rebajarse para luchar como un hombre por los intereses de la época; el hombre, que se vaya entrenando para atender al bebé y hacer la colada, que los sueños, sueños son. He buscado alguna idea en mi libro de cabecera y he encontrado esto: “Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”. (Génesis 1:27). Es decir: Dios creó al hombre y la mujer a su imagen intelectual, moral y espiritual. Pues teniendo las mismas facultades, si es que saben ayudarse y respetarse, que se repartan tareas, ideas y sentimientos teniendo en cuenta al otro, es decir: amor el uno por la otra y la una por el otro.

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