La hostelería llora, los clientes también
Nuestros esforzados representantes políticos discuten y se “matan” por los PGE; los “negacionistas” mantienen que ni hay virus, ni cambio climático, ni la Tierra es redonda, y los más divertidos, que ni siquiera hemos llegado a la luna; nosotros, el club de los pringaos, pontificamos sobre las mariposas, las ranas, los gitanos, la luna, las hormigas o el impacto en nuestros hábitos cotidianos del cierre de la hostelería.
Con los colegios, calles, autobuses, hipermercados... petaos, ¿es posible que hosteleros que buscan clientes desesperadamente no se encuentren con clientes que buscan hosteleros desesperadamente? Lo es, pero la autoridad no permite que se encuentren.
Con esta lacerante pandemia que nos abruma, he llegado a la conclusión de que la hostelería es un bien de primerísima necesidad (4% de IVA, señora ministra).
La hostelería debería ser reconocida hasta en la ONU y la Unesco como Patrimonio de la Humanidad; en España, por supuesto, como centro social polivalente, e incluso el Ministerio de Sanidad tendría que tipificarla como droga.
¿Y a quién afecta la droga?, a los drogadictos.
¿Y quiénes son los drogadictos? Tú y yo, que, por conciencia cívica e imposición gubernamental, no podemos ver un partido del Oviedo en amical alcohólica reunión, tomarnos café y pincho en cualquier bar o cafetería, catar un buen vino en una vinatería, o, si me apuras, tomar un cóctel, con o sin alcohol, en cualquier local nocturno.
¿Te imaginas la nueva normalidad sin hostelería? ¿Te das cuenta de que, en el día a día, la mayoría de las relaciones (la televisión, internet, los chats, los foros...) son formas de estar sin ser; que tu cafetería habitual es parte de tu familia; que en estado de alarma generalmente hay muy poco que hacer en una vida diaria desganada, triste y aburrida?
Hastiado y depresivo, notas que faltas a tu cita diaria con el hostelero y te aíslas, te deprimes, empiezas a buscarle sentido a la vida, a recordar a las personas queridas que ya no están, aquella pareja fantástica que tuviste y dejaste escapar, la tripa que te sobra, el pelo que te falta... y, de repente, tu atención se concentra en ese lunar que siempre tuviste en el brazo y al que nunca diste importancia.
Lo miras con atención como si fuera una moneda etrusca; un poco más de insana atención y... ¡Oh, Dios mío!, de repente, reparas en la importancia del cartel informativo en tu centro de salud, de hace unos años: “El A-B-C-D-E de toda mancha o lunar”, decía.
¡Ostras, esto es un lunar!, y te sumerges en la paranoia de comprobar la “Asimetría” en dos de sus ejes; los “Bordes” que son irregulares; el “Color” variado, entre marrón y rojo, no uniforme; el “Diámetro” que te parece mayor de 6 mm, y la “Evolución”, donde detectas un cambio en tu lunar, que magnificas y valoras como muy preocupante.
Has pasado las pruebas PCR y no hay rastro del covid-19 y deberías estar feliz, pero la afección psicológica es un hecho y te hace trizas el cerebro.
Estás convencido de que aquel lunar que te acompaña desde que tienes uso de razón ha mutado en melanoma; la depresión incapacitante se agudiza, crees que la vida, en cualquier caso, se acaba; pasas, por la tensión, de subirte por las paredes a subirte a la azotea de tu piso, un noveno, para ponerle firma a tu necrológica.
Entendible que ya no socialices, no te apetezca reír, no soportes la presión, lo veas todo negro. A la única puerta por donde entraba un poco de optimismo y aire fresco, le han puesto el candado. La hostelería “is closed”.
Saludos cordiales,
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

