Trump vs Biden
Sinceramente, espero que Donald Trump, finalmente, gane las elecciones.
Realmente no tenemos una imagen más o menos realista y clara de los Estados Unidos, ya que las noticias llegan siempre filtradas por medios interesados, cuando EE UU es una realidad tremendamente diferente a España, por lo que interpretar lo que ocurre allí con nuestros puntos de vista es un error de bulto. Desde que Donald Trump se convirtió en el 45.º presidente de los Estados Unidos de América, ha sido objeto de críticas constantes, hostigamiento y falsedades por parte de los medios de comunicación, trasladando a los ciudadanos una imagen completamente errónea, dando la idea de que es un hombre inculto, soberbio, machista, etcétera, resaltando lo malo y ocultando lo bueno, para dar la imagen de una especie de dictador retrógrado. Donald Trump es un hombre hecho a sí mismo, no es un político profesional, y, por tanto, tiene una imagen más clara de la naturaleza del ser humano y de la realidad de los ciudadanos norteamericanos, y antepone a América frente a otros asuntos. El hecho de no ser un político profesional es muy significativo, ya que no depende del aparato del partido y no tiene que pagar favores ni alimentar bocas, lo que le hace menos manipulable y dependiente de las organizaciones políticas, y no entra en el juego del quid pro quo que mantienen los políticos, sean de donde sean.
Después de los comicios del 3 de noviembre, sobre los que se habla interminablemente, desplazando incluso al coronavirus en algunos telediarios, se ha iniciado una batalla legal para dilucidar si el escrutinio de los votos por correo en varios estados es correcto o no (esto ya ocurrió en las elecciones de 2000, cuando eran candidatos George Bush y Al Gore, en aquel momento, la justicia dictaminó a favor de Bush Jr, aunque creo que hubo un pacto millonario). La reacción de los partidarios del candidato del Partido Demócrata, por ejemplo, en España, es acusar a Trump de “golpista”, aunque solo está recurriendo a la justicia para dilucidar un conflicto; si la situación fuera la contraria, las hordas “progresistas” hubiesen salido a la calle y Washington estaría en estado de caos y tomada por la Guardia Nacional.
Un problema muy importante con el que ha tenido que lidiar la Administración Trump es el coronavirus. En relación con la pandemia, desde el primer momento les dio carta blanca a los estados para la gestión, como ha hecho ahora nuestro augusto presidente, pero con coordinación. Al igual que en España, las ciudades con mayor densidad de población fueron las más castigadas y sirvieron para dar la imagen de que USA estaba viviendo una especie de “The Walking Death” (mientras aquí aplaudíamos cuando nuestro amado líder lo ordenaba), pero nada más lejos de la realidad. Si tomamos los datos de USA (el Gobierno Federal sí publica todos los datos, globales, y por Estados, con un criterio único, no como España, donde nuestro gobierno de progreso oculta la mitad de la información) podemos comprobar, que, en porcentajes (los valores absolutos no dan información veraz) están mejor que España: USA, 331,6 millones de habitantes, España, 46,7 millones; USA 10,2 millones de infecciones que equivalen 30.700 casos/millón, España lleva 1,4 millones de casos que equivalen a 29.600 casos/millón; USA 243.343 fallecidos o 734 fallecidos/millón, España ha sufrido 38.833 fallecimientos (sin contar los 28.000 fallecidos en las residencias de ancianos ni el conflicto de datos con el Instituto Carlos III) que son 830 fallecidos/millón; USA 472.000 test/millón, España 386.000 test/millón; datos a 8/11/2020. Los datos de España son peores, pero, como tenemos un Gobierno de progreso, con perspectiva de género y que no va a dejar a nadie atrás, no hay problema. Por otro lado, en relación con los datos, el gobierno ha dejado de informar sobre el número de personas recuperadas y casos cerrados, así como los porcentajes de enfermos leves y críticos, con lo que no se sabe cómo evoluciona la pandemia al no poder disponer de una gráfica de casos diarios, la famosa curva que hay que doblegar pero que esta está doblegando al país.
Otro asunto difícil durante este último año, han sido los disturbios del Black Lives Matter, provocados por la muerte de George Floyd durante una detención. De nada sirvió que se demostrase que la causa de la muerte fueron las drogas que había ingerido y que, en realidad, no era un santo varón, sino un delincuente reincidente y violento; tampoco sirvieron las estadísticas que demostraban que la mayoría de los negros asesinados lo son por otros negros, y que la policía abate a muchísimos más blancos que negros. Los disturbios se extendieron por todo el territorio americano, auspiciados por líderes "progresistas" como Opal Tometi o Patrisse Cullors (con buenas relaciones con el dictador bolivariano). La combinación de estos disturbios, unidos a las políticas de género, que dan lugar a las "cancelaciones", puro marxismo cultural, provocaron la intervención de diversos intelectuales de izquierda, encabezados por Noam Chomsky, que publicaron una carta en la revista Harper’s, llamando a la calma. En relación con estas manifestaciones, recuerdo un vídeo en el que una emigrante camerunesa, Nestride Yumga, se encara con el movimiento BLM y ¿adivinan quién dirigía al grupo de negros?, sí, una mujer blanca, porque "los pobres negritos" no son capaces de organizarse y tienen que ser pastoreados por la élite intelectual, blanca, por supuesto. De hecho, los barrios negros más pobres, con más violencia y más degradados están en ciudades y estados gobernados por demócratas, tal y como nos recuerda la candidata republicaba por Maryland Kimberly Klacik, una joven empresaria negra.
Además de todos estos asuntos, al principio de la legislatura, se acusó a Trump de xenófobo y racista, por su decisión de completar el muro en la frontera con México, pero la mayor parte de ese muro se hizo durante la administración Obama. También fue motivo de crítica la política proteccionista al grabar los aranceles para las empresas que fabricaban al otro lado de la frontera, pero AMLO reconoce que logró buenos acuerdos con la administración americana. Nuestro flamante presidente no negoció con USA -al contrario que Italia- y muchos productos españoles han sido gravados, provocando una pérdida de cuota de mercado y un daño a nuestra economía.
Hay que hacer notar que Donald Trump consiguió crear empleo durante la pandemia, y reducir el daño económico que produjeron los confinamientos, al contrario que España que arrastra unos datos terroríficos: 40% de paro juvenil, previsión de 12% de caída del PIB, previsión de una deuda pública de 120% y una tasa de paro del 20%.
Otro hecho a destacar de su mandato, es la PAZ, ya que no ha iniciado ningún conflicto armado y, de hecho, ha logrado diversos acuerdos de paz y ha mejorado las relaciones con Corea del Norte; debido a todo esto, ha sido propuesto para el premio Nobel de la Paz, que Barack Obama logró pese a ser uno de los presidentes americanos que más acciones de guerra emprendió durante sus mandatos.
En conclusión, creo que Donald Trump no ha sido mal presidente y ha sido un revulsivo para la política americana. Lamento mucho todas las tergiversaciones que los medios de comunicación y los socialdemócratas, de todos los partidos, han hecho. Donald Trump, pese a sus políticas proteccionistas, es un paladín de la libertad y espero que los tribunales resuelvan a su favor.
Les dejo un extracto de uno de sus discursos; solamente por este, si yo fuese norteamericano, tendría mi apoyo.
“El socialismo promete prosperidad, pero solo produce pobreza. El socialismo promete unidad, pero sólo produce odio y discordia. El socialismo promete un futuro mejor pero siempre vuelve a los capítulos más oscuros del pasado. El socialismo es una ideología triste y desacreditada, arraigada en la ignorancia total de la historia y la naturaleza humana, por lo que siempre da lugar a la tiranía. Los socialistas profesan amor por la diversidad, pero insisten en la conformidad absoluta. El socialismo no trata sobre la justicia, la igualdad o el progreso de las personas necesitadas, el socialismo es solo una cosa: poder para la clase dirigente y cuanto más obtienen, más anhelan. Quieren controlar la sanidad, la economía, la educación, la energía, el transporte, manejarlo todo. Quieren poder para decidir quién gana y quién pierde, quién está arriba y quién está abajo, qué es verdadero y qué es falso, incluso quién vive y quién muere. No hay nada menos democrático que el socialismo; allá donde aparece, avanza bajo la bandera del progreso, pero, al final, solo genera corrupción, explotación y decadencia”.
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