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Inmunización cruzada

16 de Noviembre del 2020 - José María Casielles Aguadé

Hace algunas semanas hemos tenido la ocasión de leer en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA la opinión de un médico de Grado sobre las diferencias objetivas observadas entre la vulnerabilidad de niños y ancianos ante la pandemia de coronavirus. El experimentado doctor –cuyo nombre lamento sinceramente no recordar– con una larga experiencia clínica, y ya jubilado, atribuía esta notoria diferencia al hecho de que los niños disponían de una inmunidad mayor debida a su proximidad temporal al calendario vacunal infantil.

Si tenemos en cuenta que la inmunidad es el sistema natural de alarma y emergencia, del que todos disponemos para detectar y responder a la agresión de un agente patógeno y que ese sistema inmunitario utiliza recursos bioquímicos y celulares muy complejos para protegernos, no nos debe extrañar que esa movilización de recursos pueda provocar lo que se conoce en biología como una inmunización cruzada. Consecuentemente, el veterano doctor asturiano, sugería –muy adecuadamente a mi criterio– que la aplicación del calendario vacunal infantil podría haber proporcionado a los niños esa menor vulnerabilidad frente al coronavirus y que esta consideración podría trasladarse a los mayores revacunándolos.

Sinceramente quedé incomodado por la escasa repercusión de esa observación tan interesante.

SUMARIO: Sobre la vacuna contra el covid

DESTACADO: Se ha comentado muy atrevidamente que se dispondrá de una vacuna antes de terminar el año, otros la esperan para el verano de 2021. Estamos en pleno auge de las fake news y de la adoración al euro y al dólar, que han desatado una carrera de vacunas que compite con las de caballos y coches

Hace poco más de una semana, leí la referencia de un catedrático de medicina de la UCM, el doctor Reche, que aportaba otra contribución importante, pues como especialista en vacunología se planteó cuál sería entre todas las vacunas infantiles la más eficaz y apropiada para proteger a los ancianos. Tras los estudios y ensayos oportunos, llegó a la conclusión de que podría ser la TDT; es decir, la triple de tétanos-difteria-tosferina (o pertussis) y aún más concretamente centraba la atención en la dosis exacta del tétanos, que recoge el calendario infantil, como la más adecuada.

Hay también referencias convergentes aportadas por el Francis Crick Institute y el University College de Londres, en un artículo publicado en la revista “Science” que apuntarían a la posibilidad de cierta cobertura frente al covid-19, por un proceso de inmunización cruzada.

Por mi avanzada edad, y ya jubilado desde los 70, desde otros catorce, estoy apartado de los laboratorios y equipos de investigación; pero pienso y estimo que estas observaciones pueden ser muy interesantes y prácticas en estas críticas fechas, en las que se espera la aparición de las vacunas específicas para el coronavirus. Por mi formación como licenciado en Farmacia y doctor en Química, y coincidiendo en criterio con otros muchos colegas en plena actividad investigadora, sé que las vacunas tienen en general a otros muchos colegas en plena actividad investigadora, sé que las vacunas tienen en general un largo proceso de elaboración, que en promedio está entre los 9 y 10 años, y que aún se suspira por la del sida, desde hace más de 25 años. Se ha comentado muy atrevidamente que se dispondrá de una antes de terminar el año, otros la esperan para el verano de 2021. Estamos en pleno auge de las “fake news” (léase mentiras) y de la adoración al euro y al dólar, que han desatado una “carrera de vacunas”, que compite con las de caballos y coches. Mala cosa. Todos sabemos que el lanzamiento de una vacuna comporta también graves riesgos, que solo se pueden descartar con ensayos clínicos, análisis de resultados y estudio de secuelas con una amplia base estadística, y para ello se necesita “tiempo”. En este caso específico del coronavirus, la vacuna presenta dificultades adicionales de conservación y distribución, pues habrá que disponer de una cadena de frío a -80 ºC que no proporcionan los congeladores habituales: “Más tiempo”. Aplicar obligatoria y masivamente cualquier vacuna sin tomar las garantías necesarias podría ser una temeridad formidable. Ante estos problemas, la pregunta es obligada: ¿qué se puede hacer entretanto? Tal vez utilizar en ese tiempo de espera el mecanismo de inmunización cruzada con la sexta dosis antitetánica. Esa vacuna es sobradamente conocida, está preparada y disponible en todo el mundo, y no ofrecería secuelas inesperadas.

Mis colegas investigadores sanitarios en activo tienen la palabra. Por mi experiencia política como diputado autonómico de la JGPA (1.ª legislatura) y senador electo en las Cortes (3.ª legislatura), espero que al menos en esta ocasión los políticos que también conozco bien tengan la prudencia inexcusable de escuchar a los científicos sanitarios antes de tomar decisiones. Prudencia, por favor, prudencia. Los españoles no pueden soportar más “sobrefallecimientos”.

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