¿Dónde están los aplausos?
Me hago esta pregunta después de salir a mi ventana, a las ocho, hora sagrada para aplaudir según los sacramentos sagrados de la primera ola, pero un 15 de noviembre en plena segunda ola de la pandemia ya no parece ser tan sagrado. A ojímetro calculo que unos doscientos vecinos tienen ventanas en mi mismo patio de luces, a ojímetro también calculo que he visto a unos 40 mirar tras el visillo, unos diez que han abierto sus ventanas y tras contemplar a un pobre hombre aplaudiendo y la cierran.
¿Dónde están los aplausos?
Tal vez se esconden tras la frustración o la impotencia, o tal vez ya no existen.
Parece que no hemos tomado nota del efecto positivo del confinamiento de la primera ola, ahora la crítica impera, los balones salen de nuestra zona de confort y los ponemos frente a la portería de los políticos esperando que estos no encajen ni un solo gol.
Los aplausos se han convertido en críticas sensacionalistas al Gobierno, tal vez parece que el aplauso sensacionalista ha mutado paradójicamente como lo hace el covid-19, sensacionalista porque si fuese solidario no mutaría.
Esperemos llegue la vacuna, la solidaria, la del ejemplo de los de antes, la de darle al vecino el compango para hacer la comida, y ahí si habrá aplausos sinceros y mucho más.
Un saludo y mucha salud para todos.
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