La sordera y el silencio de Sánchez
Sánchez nunca ha hablado muy alto, pero últimamente casi ni se le oye. Da la sensación de que debe tener algún problema, le han debido recomendar que no alce la voz y ya se sabe que en política si no vociferas no eres nadie. Sin embargo, no parece que al presidente del Gobierno esta aparente limitación le afecte demasiado porque él ya debe estar en otra guerra, aunque no se han filtrado sus verdaderas intenciones.
Habrá quienes piensen que el reciente protagonismo del líder de Unidas Podemos es casual y que no obedece a ninguna estrategia ni a evitar que se queme la imagen de Sánchez, que ya empezaba a desmoronarse, y tendrán sus razones, pero a mí me da la sensación de que este mar de fondo solo es parte de una estrategia de despiste y que muy pronto sabremos qué es lo que se está cocinando en los fogones de la Moncloa.
El silencio de Sánchez y su aparente sordera no le deben impedir escuchar los lamentos de los barones, pero él seguirá a lo suyo, callado y haciendo oídos sordos esperando que pase el tsunami para no desgastarse más de la cuenta, aunque quizás, en esta ocasión, no le sirva de mucho.
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