Seguimos dando tumbos
Observo asombroso las diferentes fases con sus medidas de desescalada que se anuncian en Cataluña (y en otras comunidades). Dos de los sectores más afectados presionan para que, por ejemplo, se relajen las medidas de los restaurantes y la cultura. Y digo yo: ¿visto el ejemplo que nos dio la primera ola, no podría haberse planificado un poco mejor todo?
Lo más apropiado hubiera sido tener un plan previo con todas las medidas. Por ejemplo: con más de 200 casos positivos por 100.000 habitantes se cierra toda la restauración, o con la tasa de reproducción (la famosa R) superior a 1 se suspenden los encuentros con más de 6 personas. En resumen, medidas desde el punto de vista sanitario, y no político. ¿Tan difícil era? Con este lío de desescalada, y las idas y venidas en las decisiones políticas, la población empieza a cansarse, y lo que se conseguirá al final es que mucha gente no seguirá las recomendaciones. Y posiblemente iremos dando tumbos entre escalada y desescalada.
Tengo la sensación de que los políticos ya están pensando más en el futuro a largo plazo que en el presente. Y si algo nos ha enseñado esta pandemia es que hay que actuar a corto plazo. Lo digo por los pronósticos del ministro Illa por lo que a la adquisición de vacunas se refiere. La semana pasada veíamos en todos los medios cómo Illa anunciaba a bombo y platillo que a principios del año que viene podríamos tener vacunas para la mitad de los españoles. Al mismo tiempo salían expertos sanitarios que desmentían (con la boca pequeña) al ministro, siendo más prudentes en las fechas.
Ahora mismo, lo más urgente es ayudar con medidas a los más afectados. Esa debería ser la prioridad del Gobierno.
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