Ley Celaá
Cuando una ley de educación se la conoce por el nombre del ministro de turno, malo.
Es imposible encontrar políticos con grandes miras, sabemos que la educación es la base donde se sustentan los valores, futuro y el poder de una sociedad. Sabemos que su resultado no es inmediato, siempre hablamos por décadas. Pues estos irresponsables, haciendo honor a su fama, siguen gustándose de estropear el futuro de las nuevas generaciones.
No es una ley para durar, lo saben, pero es igual, improvisan para dejar su impronta, aunque sea un parche hasta la próxima legislatura donde exista otro tipo de mayoría.
Son incapaces de ponerse a plantear este tipo de legislaciones conjuntamente, sé que serán puntos de vista dispares, pero con disposición todo se consigue, para que cada poco no tengamos este guirigay de leyes inconsistentes.
La ley de educación y otras necesitan de un consenso amplio y transversal, donde quede reflejada la sociedad al completo. Qué es eso de hacer leyes para izquierdas, derechas o independentistas, las leyes siempre se tienen que resolver para bien de la colectividad, no para contentar a los socios de ahora, que no serán los que mañana la anularán.
Pasa con los Presupuestos, el ejemplo lo tenemos con los de Montoro, la izquierda no los quería, pero incluso gobernó con ellos. Los Presupuestos son para todos, deben entrar todos a participar, discutir y enmendar; pero no, se piensan que, cuando tienen cierta mayoría, el resto que perdió no tiene pito que tocar en nada. Pero no es así, siempre verán los hombres de Estado, cuando ganan unas elecciones decir que serán gobierno o presidentes de todos, no solo de los que le votaron. Pero vete tú a decir eso a Pablo Iglesias o Irene Montero, que van de por libres pensando que el harén es suyo. Son la demagogia hecha realidad, fijan posiciones y reivindicaciones que todos asumimos, pero luego las hacen realidad para ellos, y siguen engañando a todos con sus discursos demagógicos, incluso a sus socios de Gobierno, donde llegan a plantear enmiendas a sus propios Presupuestos y el PSOE no lo sabía. Con amigos así, para qué quieres enemigos.
Sus reivindicaciones eran vivienda para todos, ellos un buen casoplón. Pedían sueldos dignos, los dos colocados de vice y ministra. Pedían igualdad y romper techos de cristal, ellos los rompieron todos con su arribismo personal. Pedían conciliación familiar, ellos chachas a repartir. Pedían seguridad para todos, ellos con escolta día y noche. Pedían igualdad de sueldos, nada mejor que ser ministra para cobrar igual al ministro. Así podemos ir acumulando montón de contradicciones difíciles de tragar.
No se puede seguir con ese juego de niños mal criados en el Parlamento, constantemente buscando confrontación (dos no discuten si uno no quiere), dan vergüenza ajena todas esas frasecitas entre pipiolos que se tiran sin duelo por cualquier tema a discutir. Ya contagiaron a sus compañeros y compañeras, ver ministras con esas disputas a ver quién la tiene más grande (la lengua) suena hasta mal.
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