¿Libertad de qué?
Buenas tardes, señora Celaá, por decir algo. Viendo que la famosa nueva Ley de Educación nos ha caído encima ya como una losa, le escribo como mamá de un niño que acude a la escuela concertada y recibe tres horas de apoyo semanal por tener una discapacidad.
Vamos a ver, en primer lugar, cuando yo escolaricé a mi hijo en este colegio concertado, lo hice sin saber que tenía aún una discapacidad.
Pero, antes de nada, ¿por qué elegí este colegio? Pues no porque tenga nada en contra de la educación pública, para nada, sino porque el colegio público que me tocaba no tenía nada que ver (en cuanto instalaciones y recursos) con otros coles de la pública de la misma ciudad. Sí, señora Ministra, las diferencias entre colegios públicos situados a 500 metros de distancia pueden ser enormes. Además, el horario del colegio público no facilitaba para nada la conciliación con mi vida laboral ni la de mi marido. Decidimos entonces optar por un colegio concertado cercano a nuestra vivienda y con un horario que nos permitía seguir trabajando a ambos.
Ya en primero de Infantil, la tutora del niño (excelente profesional) detectó las dificultades del niño y fue valorado por el equipo de orientación del colegio, gracias a la cual fuimos derivados al especialista e iniciamos todos los trámites referentes a discapacidad y demás. Desde entonces, mi hijo recibe los apoyos que necesita en su colegio concertado y, lo mejor, los recibe concretamente por una gran profesional que lo da todo por sus alumnos, igual que su tutora y el resto de docentes del mismo con los que he tratado hasta ahora. De hecho, en seis años ya en este colegio concertado, no tengo ni la más mínima queja respecto a la profesionalidad de sus trabajadores, su entrega y dedicación. ¿Por qué ese interés en quitarle a mi hijo y a nosotros todo esto? ¿Es capaz de garantizarme todo lo anterior en un colegio de la red pública? Y cuidadito, de segregación y guetos nada de nada, que somos papás mileuristas por los pelos, y pagamos las famosas cuotas voluntarias porque queremos, no porque me obligue nadie. ¿Y sabe qué? En mi colegio hay igual o más inmigrantes que en determinados colegios públicos de mi ciudad. La diferencia de inmigrantes está entre los propios colegios públicos según la zona en que se sitúen. Así que no me hable de guetos en la concertada cuando dichos guetos están en su adorada educación pública. Y si no me cree, le invito a que pase por Oviedo a echar una ojeada.
Y otra cosa, señora Ministra, ¿es usted capaz de cerrar los colegios de Educación Especial y garantizar la plena inclusión de todos sus alumnos en el resto de colegios? No me haga reír. Eso es lo que me gustaría a mí, poder hablar de inclusión. Ni los docentes que salen de la carrera de Magisterio están actualmente formados para atender las necesidades del alumnado con determinadas discapacidades, ni hay recursos para que acudan a clase en plenas condiciones de igualdad con el resto de alumnos. Empiece entonces por esto, por formar, por contratar terapeutas ocupacionales y demás profesionales especializados en discapacidad, por dotar de recursos y hacer accesibles los centros... Y entonces, en unos cuantos añitos, volvemos a hablar.
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