Enrir, el lobo que se quiere censar en Gozón
–Hola, buenos días, ¿Ayuntamiento de Gozón?
–Sí, dígame, ¿en qué puedo ayudarle?
–Pues mire, mi nombre es Enrir, soy un lobo de siete años, ¿desearía saber qué tengo que hacer para censarme en ese concejo?
–Nada, es muy sencillo: ¿cuántos miembros hay en la familia?
–Pues mire, por el momento somos cinco, mi pareja Elda y tres hijos, cachorros todavía.
–¿Y dónde piensan vivir?
–Pues todavía no lo tenemos muy claro. Nos enteramos por la prensa que en ese concejo no había censado ningún familiar nuestro y por eso creímos que sería un buen lugar para residir, pero solo transitoriamente.
–Ah, ¿se refiere al xatín que apareció comido días atrás y que se lo achacaban a ustedes?
–Sí, sí, efectivamente. Nos llamó la atención que con la cantidad de funcionarios que tiene la Consejería de Medio Rural no sepan que nosotros no tenemos residencia fija.
–Ya, pero entonces no entiendo cómo usted y su familia se quieren empadronar aquí. Así van a estar mucho más controlados.
–No, no, ¡qué va! Si lo hacemos es por tener un buen gesto con ese Ayuntamiento, para que los del Principado no vuelvan hacer el ridículo en los medios de comunicación.
–Dígame una cosa, ¿y de qué piensan vivir en Gozón? Pues son una familia numerosa.
–¿A usted qué le parece? De la caza, es lo único que sabemos hacer para sobrevivir, y cada día lo tenemos más complicado.
–Ya, pero sabe que en Asturias a ustedes se les persigue, incluso se les mata.
–Sí, sí, lo sabemos. Desde que murió nuestro amigo Félix Rodríguez de la Fuente, se nos quiere exterminar. Él era quien mejor nos entendía y defendía.
–¿Y no cree que los ganaderos, cuando ustedes les matan una res, tienen derecho a protestar y pedir su desaparición?
–Mire, señorita, los lobos cumplimos una importante misión en el sostenimiento y el equilibrio de la pirámide de la vida salvaje. Tienen que comprender que algo tenemos que comer.
–Vale, vale. Le voy a tomar los datos, pero con una condición.
–¿Dígame, señorita?
–Lo primero, usted no habló conmigo sobre este asunto, ¿entendido? Segundo, si piensan volver a las andadas, por favor, dejen señales claras de su fechoría para que los ganaderos puedan cobrar la correspondiente indemnización por los daños.
–Comprendido, señorita, así lo haremos. Ah, una última cuestión: dígales a sus jefes que a ver cuándo obligan también a censarse a los jabalíes, pues esos campean a sus anchas por todas las ciudades sin que nadie se meta con ellos. No es justo que solo se criminalice a los pobres lobos.
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