Falta de respeto al cliente
Siempre creí que la caridad la inventó alguien como terapia barata y eficaz para eliminar reductos de mala conciencia y lastres negativos para el más allá, por si acaso.
Unos compran indulgencias directamente, otros recurren a la limosna puntual a pie de calle y otros participan de las campañas más o menos oficiales con las que nos bombardean, sobre todo cuando llega la gran fiesta del consumo y del despilfarro en torno al portal de Dios.
Y a mí que no participo de ninguna de ellas, pero que siempre pagué mis impuestos para que esto no hiciera falta, me sienta como una patada en el morro que me pregunten en la caja del supermercado, rodeado de gente que espera y atiende, a viva voz, alto y claro para que todo el mundo lo escuche: “¿Quiere usted participar en la campaña de recogida de alimentos con algún dinero?”.
Mi “no” rotundo y conciso suena como un mísero desprecio resentido hacia la condición humana y ni el momento, ni el sitio ni quien me hace la pregunta me permiten parar la fila para matizar mi respuesta como debiera.
Que una red de supermercados, una franquicia comercial o una multinacional del consumo que reparte millonarios dividendos entre sus multimillonarios accionistas me pongan en un brete ante mis vecinos y conciudadanos por no querer dejar una limosna en sus cajas repletas me saca de quicio.
Ellos son los que inventan una y otra vez al pobre para darle pan.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

