Toque de queda perruno en Pravia...
Sí, sí, amigo lector, ha leído usted bien. A partir de ahora, los perros que vivan en el casco urbano de la villa de Pravia deberán irse a dormir a las diez de la noche. Nada de ladridos, nada de lloriqueos, nada de gruñidos. Después de las diez de la noche, toque de queda absoluto para los canes pravianos alborotadores. Los ciudadanos necesitan descansar. Esto es lo que termina de dictar el señor alcalde, el socialista David Álvarez, quien, por cierto, seguro que a él no le afecta la medida puesto que vive en Oviedo.
Está visto que al señor alcalde no le gustan mucho los chuchos, pues hace como dos años sacó otra novedosa normativa destinada a vigilar que los dueños de los canes que no recogieran sus caquitas de las calles serían sancionados, "por marranos incívicos". El invento consistía en que cada ciudadano que viese a sus vecinos cometiendo la infracción lo grabase en su móvil, este tenía que ser de última generación, y esa grabación la enviaran a una página web del Ayuntamiento. Desconocemos el número de ciudadanos que se habrán prestado a hacer de policías del Consistorio; lo que sí está claro es que las calles pravianas siguen estando llenas de mierdas de perro..
Nos parece muy bien que el Alcalde quiera velar por el descanso de sus ciudadanos; lo que no nos cuenta sobre la normativa es cómo piensa hacerla efectiva: ¿creará un cuerpo especial de municipales destinados a patrullar y controlar el incumplimiento de la nueva ley del toque de queda perruno?... Las multas, según nos cuentan, irán desde los 300 euros, la más leve, hasta los 3.000, para los casos más graves. Suponemos que estas cantidades irán en consonancia con los decibelios que los canes emitan. ¿Serán igual de molestos los ladridos de un diminuto chihuahua que los de un pastor alemán? Entendemos que no, pero ¿quién valorará esas cuestiones? Dice el Alcalde que la normativa "intenta crear un instrumento jurídico que dé cobertura a la actual situación de indefensión de aquellos ciudadanos que se ven obligados a tener que denunciar". El conflicto no deja de tener su enjundia. A la persona que le guste tener una mascota en un piso, lo primero que deberá entender es que vivir en una comunidad vecinal no es lo mismo que hacerlo en una casa de campo. Un perro es un animal que necesita su espacio vital para correr, para hacer sus necesidades, incluso para jugar con otros perros. Por todo ello, tenerlos encerrados entre cuatro paredes supone que los animales exteriorizan su estrés de la única forma que saben hacerlo: ladrando. Hay otra cuestión a tener en cuenta cuando hablamos de perros cerrados en pisos; nos referimos a las hembras en celo -en caso de no estar castradas-, los perros machos al olfatear una perra en celo es normal que comiencen a ladrar desesperadamente, pudiendo mantener en vilo a todo un edificio. En mi modesta opinión, y como persona que he tenido perros toda la vida, pero sueltos en la huerta de mi casa de campo, puedo asegurar que no es muy agradable que te pases una noche entera escuchando el guau guau de tu mascota...
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