Como un diario
“Relato de lo que ha sucedido día por día”, entre otras acepciones, lo define la RAE. Al diario me refiero, claro.
Es una forma de vernos cada uno. Somos un diario. Ahí está el libro en blanco que nace cuando nacemos, con sus particularidades, por supuesto. No somos el clásico que venden las librerías, en el que puedes escribir lo que quieras y borrar lo que te dé la gana para escribir algo que te parece mejor.
Qué va. Cada uno escribe el suyo, desde luego, pero no lo que le da la gana escribir. No, de eso nada. Tú, tu diario será un relato absolutamente fidedigno de todo cuanto hagas, digas o pienses. Ni una tachadura. Ni una sola letra que podrás borrar. Ni una página que arrancar. La página que escribiste la consumiste, una menos que tendrás para escribir. Y con un número de hojas que, a priori al menos, quizás al final, pero en principio no conoces. Sí sabes que es finito y que, por tanto, inexorablemente, cada día, cada página, estás un día, una página, más cerca del final.
Es tremendo. Porque, lo quieras o no, en ti, o sea, en el diario que eres tú, aparecerán personajes y aconteceres vomitivos. Ahí estarán, por ejemplo, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y un larguísimo etcétera. Y rómpete la cabeza lo que quieras. Cree en pajaritos preñados. Consuélate pensando que, cuando este diario se acabe, serás otro con hojas de oro infinitas que podrás llenar con tus más excelsos deseos. Lo que se te ocurra. Mejor para ti si logras creértelo, así estará escrito en tu diario, pero, mi estimado, la cruda realidad es que, al final, solo podrás elegir entre cenizas y gusanos.
Mientras tanto trata de eludir estos pensamientos tan deprimentes recurriendo a otros que te den alas para volar en cielos de prístino azul. Yo, por ejemplo, leo los primeros versos del “Va, pensiero” de Verdi.
“Ve, pensamiento, sobre alas doradas;
¡ve, pósate en las verdes praderas, en las colinas,
donde exhalan su fragancia tibios y suaves
los aires dulces de la tierra natal!”.
Hasta ahí. Ahora escucharé la sublime música.
Y hasta donde lleguen mis páginas.
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