¡Por qué poco, don Evaristo!
Es don Evaristo un empresario que, para poder cumplir con sus empleados, impuestos y proveedores, defraudó a Hacienda. Aprovechó su abogado un caso que sentara jurisprudencia para librarse de un proceso del que no saldría en vida al pasar su deuda de 6.000 euros a 100.000 si no pagara a tiempo; ni muerto, pues, aunque se tirara por un puente, dejaría su deuda como penosa herencia paterna; únicamente se salvaría el interfecto si gozara de inviolabilidad que le permitiese retirarse en Torrevieja a gastar en el casino los intereses de su deuda con Hacienda. Con este quiebro moral evitó la justicia el quiebro económico, incluso el vuelo sin parapente de don Evaristo desde un puente; aunque no se puede tener todo, tampoco el apoyo del pueblo ante esta reacción tan amable en vista de que todos somos iguales ante la ley.
Queda así resuelto el caso sin que la razón ponga impedimento ni presente pruebas, y se da por cerrado el disparate haciendo público el veredicto: también es justicia la justicia que iguala a todos en la injusticia.
¡Ay, don Evaristo, qué cerca estuvo de penar en Alcalá Meco en vez de alternar en Torrevieja!
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