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Defensoras el 29-N

27 de Noviembre del 2020 - Javier Arjona (Siero)

Sí, Defensoras.

En 2005, la Organización de las Naciones Unidas designó el 29 de noviembre de cada año como un día de sensibilización y denuncia sobre las dificultades específicas para las mujeres defensoras de los derechos humanos y de quienes trabajan en defensa de los derechos humanos de las mujeres.

También en la ONU, 43 años atrás, habían designado el 29-N como Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino.

O sea, que hay doble “celebración”.

A primeros de este año se presentaba a la Alcaldía de Gijón una propuesta relativa a reforzar esos derechos de las Defensoras. En base a que también en Gijón numerosas mujeres defensoras han sido protegidas, aunque sea de forma temporal. Está con visto bueno, pero en estudio.

Otra iniciativa viral para este 29-N es una Editatona, es decir, un encuentro solidario internacional para editar en la Wikipedia entradas y contenidos relacionados con las mujeres defensoras de derechos humanos. Esta acción la organizan entidades como Ecologistas en Acción, el Fondo Calala, Front Line Defenders, Global Witness y la Red de Hondureñas Migradas. ¿Interesante, no?

Las defensoras y defensores de los derechos humanos son personas que, a título individual o colectivo, trabajan para hacer realidad los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las diversas normas que la desarrollan. Ese compromiso se ha demostrado fundamental para visibilizar situaciones de injusticia social, combatir la impunidad e impulsar los procesos democráticos en todo el mundo.

En la Declaración de la ONU sobre los Defensores de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General el 9 de diciembre de 1998, las Naciones Unidas no solo reconocieron su legitimidad al considerar la defensa de los derechos humanos como un derecho en sí mismo, sino también el papel decisivo que desempeñan y la necesidad de garantizar su protección.

Las defensoras y defensores denuncian y ponen en evidencia a quienes abusan de su posición de poder y autoridad. También destapan violaciones de derechos humanos, las someten al escrutinio público y presionan para que los responsables rindan cuentas.

Pueden empoderar a particulares y comunidades para que reivindiquen sus derechos básicos. Otras se niegan a aceptar como natural o inamovible cualquier orden político, social o económico que condene a sectores enteros de población a vivir en la miseria, el temor y la indignidad.

En la ONU surgió la necesidad de establecer mecanismos de protección para las defensoras y defensores. Pero, aunque se han registrado avances a nivel global, la impunidad de las agresiones que sufren sigue siendo abrumadora.

La situación se agrava aún más para las defensoras, que a la represión por su trabajo por los derechos humanos suman la violencia de género en sociedades que no asumen el protagonismo de las mujeres en esa lucha.

En estos momentos en que los estados del mundo aplican severas medidas a fin de proteger la salud pública, las defensoras y defensores de los derechos humanos son más esenciales que nunca en la lucha por superar las pandemias y garantizar que no se deja a nadie atrás.

En crisis como esta los estados deben garantizar que todas las medidas que dificulten la defensa de los derechos humanos (incluidas las que imponen limitaciones del derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión pacífica) son proporcionadas y estrictamente necesarias para la protección de la salud pública. Las autoridades no deben valerse de las restricciones impuestas durante la pandemia para suprimir información importante que pueda resultarle incómoda al Gobierno en cuestión ni utilizar la situación como pretexto para reprimir a quienes expresan críticas o defienden los derechos humanos.

Los estados deben reconocer que la defensa de los derechos humanos es una actividad esencial durante los periodos de emergencia y garantizar que quienes realizan esta labor pueden hacerlo sin sufrir represalias, intimidación ni amenazas, para que entre todos y todas podamos afrontar esta crisis.

Es esencial que los estados reiteren su compromiso de proteger y reconocer a quienes, individual o colectivamente, emprenden acciones para proteger nuestros derechos humanos, especialmente en el contexto de la pandemia.

En todo el mundo, las defensoras de los derechos humanos están denunciando injusticias, abusos y discriminación, a menudo porque los han sufrido en primera persona.

Son fundamentales para el progreso humano: luchan por los derechos humanos y contra el patriarcado y el racismo, al tiempo que ejercen presión para que se lleven a cabo reformas pioneras en muchísimos frentes. Los gobiernos deben cumplir con su compromiso de garantizar que estas activistas pueden actuar con libertad y seguridad.

La mayoría de estas frases son de la propia ONU. Global Witness por su parte, una de las entidades que convoca la “Editatona” de este domingo, ha alertado de forma reiterada, con documentación abundante, sobre los crímenes a mujeres defensoras... como Berta Cáceres y tantas otras referentes en la defensa de los derechos.

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