¿Qué es la tolerancia?
Cruzaba el domingo en horas tempranas el campo de San Francisco con cierta prisa por uno de sus caminos cuando -¡qué sorpresa me llevé- una chica aparentemente muy desenvuelta, alzando la voz a tope, le dijo a su acompañante varón: Mira, no llevo bragas porque llevo tatuaje, mostrándole a él y a mí (que lo que menos me apetecía era vérselo) el pompis.
A estas alturas ninguna cosa me escandaliza, pero sí hay cosas que me resultan desagradables por lo zafias y vulgares que pueden llegar a ser. Alguien saldrá a mi paso sin duda y me dirá: Hay que ser tolerantes, a lo que responderé sin vacilar: Y hay que ser respetuosos con los demás.
La chica mencionada, qué duda cabe, quiso provocar a su mocito, pero quiso de paso también provocarme a mí, no en vano sonrió complacida por su gran hazaña. Cuando los dejé atrás pensé en qué metas tan altas ponen algunas personitas su entusiasmo y qué fácil les resulta llevarlas a efecto. De todas formas, bien procuré que tan espontánea actriz no tuviera el éxito pretendido conmigo.
Las extralimitaciones en la esfera del comportamiento que rayan en lo soez y que buscan el provocar resultan de incuestionable mal gusto. Exigen por lo que se ve- que se tenga tolerancia con ellos sin reparar en el respeto que ellos deben a los demás.
Por mucho que a la educación se le considere algo trasnochado, sigue siendo la única forma de convivencia que hace la vida agradable y que expresa a través de sus formas el respeto que los demás y uno mismo merecen.
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