Vivir o sobrevivir
Lo trascendente no trasciende lo físico. Ya he hecho el sudoku, voy con el autodefinido: "lavativa" -enema; "salsa de ajos, pl." -ajadas; sigo como un autómata; de pronto: "tuve amor a alguien" -amé, ¡siií! Amé, ¡ameeé!... ¡qué descanso!, lo trascendental vuelve a entrar en el alma... quizá porque corresponde a un pasado que no rehuía lo trascendental, un pasado que amaba lo trascendental y que... no anuncia su vuelta. Sí, estoy pasado de moda, mi poesía topa con la cosa intrascendente e incomprensible que inspira a esta generación. Es difícil hacer amigos nuevos en este mundo nuevo enchufado al móvil, la tablet, los chismes.
Seguiremos en la rutina de los lamentos, la política pequeña, sin grandeza, la política de las personas, no de las ideas, porque las ideas si las hay también son pequeñas, ideas de partido partido por franquicias, por intereses o por corrupción. Ideas intelectuales o populares de lo que debería hacerse... esperando a que alguien lo haga. Seguiremos oyendo de desgracias que van a parar al olvido del alma porque el alma ya solo puede sufrir por sí misma. Seguiremos sin un atisbo de futuro en paz, en justicia y verdad, seguiremos absortos por la llegada de una vacuna que nos permita vivir unos días más, seguiremos aferrándonos a lo que no nos alienta pero nos distrae, a lo intrascendente, pero yo... no quiero acostumbrarme, lo siento, tengo que seguir dando la lata.
Reaccionemos de una vez, demos atención a lo trascendental, cultivemos dentro de cada uno de nosotros los frutos del espíritu: "Amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio. Contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5: 22,23). "Tuve amor a alguien" -amé, ¡siií! Amé, amo y amaré lo trascendental y a las personas que lo necesitan y lo buscan. ¿A que con esas personas podría comenzar un mundo nuevo?, un mundo no solo para sobrevivir.
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