Nostalgiar
Un verbo que le propongo a la RAE. Muy propicio para expresar la tendencia de jubiletas, aún me parece imposible aplicarme este calificativo, ay Dios, en fin, que eso, que estos días oscuros, de frío y lluvia, inexorablemente les conducen a la práctica pasiva, no se puede practicar de otra manera, del verbo que propongo.
Quizás en mi caso contribuya el que ayer, no recuerdo cómo llegó ahí, tuve ante mis ojos una fotografía del cine Goya, en primer término el guardia municipal que dirigía la circulación del cruce.
La película que de inmediato me viene a la mente con el Goya es "El halcón del desierto". La vi tres días seguidos, dos veces cada día en sesión continua. Anda que no soñé con Yvonne De Carlo.
Al inicio del recuerdo, con Yvonne en la pantalla, le sigue el recorrido inevitable de mis pasos, ahí mismo, a unos pocos, al tinglado del herrero, fragua, yunque, tenazas y herraduras al rojo amarillo soltando chispas con cada martillazo del hombre, incansable con mandil de cuero y mangas de camisa arremangadas. Algún sorbemocos, como yo, merodeando a ver si pilla algarroba en las bolsas del ganado.
Unos pasos más y del herrero al Rastro. Espectáculo realmente diversificado.
Visita obligada a los pajarinos que elegían un papelín contentivo de tu suerte, la del que pagaba, claro.
Los charlatanes eran tremendos, ¡...pero ni siete, ni seis! Una ametralladora de macizo y anzuelos muy difícil de esquivar. Mejor no dedicarles un segundo de atención si no quieres picar.
Los tratantes de ganado, clase aparte. ¡Los gitanos! ¡Eso sí que...! ¡Qué carreras les metían a los pencos! ¡Y ni se te ocurra tocar el burro si no quieres comprarlo! Acabarás llevándotelo, aunque sea para serrar madera con el espinazo.
Tiempos aquellos. La vida en directo, en carne y hueso. Los vividores tenían que dártela en tu cara, sin tecnología que facilitara su labor, sin televisión que diera alas blancas a los cuervos que vienen a sacarte los ojos.
Nunca debieron desaparecer el Goya o Los Campos Elíseos, las películas que no dejaban en duda quiénes eran los buenos y quienes los malos, donde los hijos impropios de buenas madres tenían su merecido...
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