La tristeza de la pandemia
2020, ha sido y será un año difícil de olvidar, quizá porque estábamos instalados en la rutina de una vida tranquila, estábamos saliendo de una gran crisis y nos disponíamos a continuar, un año más, de viajes (Inserso), vacaciones, vidas familiares, reuniones con los amigos en bares, restaurantes etc. Con el virus vino lo inesperado, un cambio de Gobierno. ¿Cuántas veces prometió Sánchez no gobernar con los populistas, terroristas o independentistas?, craso error ese Gobierno llamado de Frankenstein, tomó el poder y, al albur del coronavirus, metió a todos los ciudadanos en casa, consiguiendo con esto el poder total que necesitaba para cambiar y afianzarse en el poder, desde entonces nunca este país ha contado con tantos ministerios y asesores, y así todo los errores cometidos al inició de la pandemia los estamos pagando todos los españoles. ¿Qué sabemos de los millones gastados en aparataje, respiradores anticuados, medios de protección hospitalaria gastados en los primeros meses?, ¿qué comisiones se han pagado y a quién?, nunca lo sabremos, para eso está el tiempo transcurrido por el miedo al virus.
Todos nos acordamos de los sanitarios, obligados a trabajar y protegerse con bolsas de basura porque la Administración no lo había previsto y las compras no eran las adecuadas, los miles de abuelos cercenados y muertos en geriátricos, olvidados.
Gracias a Dios, salimos muy reforzados (sic), vino el verano, se abrieron fronteras, se permitieron los viajes, los españoles buscaron autonomías limpias de virus, Asturias entre ellas, el presidente Barbón engordaba más, era felicitado por el partido, etc. Personalmente fui a las playas asturianas, y era poco o nada el miedo al virus.
Hoy, 4 de diciembre, lejos quedan esos días, la gente, perimetrada o no, sale poco, lo justo, a trabajar, y los pocos que pasean, como yo, lo hacemos tristemente, viviendo el presente del día a día. No veo los telediarios, no sé si podré reunirme en Navidad con los míos.
Y mientras tanto el Gobierno, utilizando como el palo y la zanahoria las vacunas, que llegarán casi sin probar, vende España a etarras, independentistas, y comunistas, sin haber pasado por las urnas.
Es triste pero la historia se repite, aquellas palabras de Azaña: "La República está por encima de la Constitución", el no aceptar la victoria de las derechas en 1934, la declaración de una república catalana en 1934 por el Sr. Companys, la unión del PSO(E) en aquel Frente Popular de 1936, Frankestein de la época, hasta con Cenetistas (anarquistas), liberación de Companys, etc.
Espero que sean las urnas, la Constitución y el Rey los que retornen a la realidad a este país , no quiero oír ese murmullo de ruido de sables y, por supuesto, quiero volver al ayer del 76, donde todos nos abrazamos, olvidando el pasado y creando un futuro.
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