¡Ojo, no repitamos el error de entonces!
Estoy redactando y pretendiendo enviar a LA NUEVA ESPAÑA esta carta justo el 6 de diciembre, día en que se cumplen 42 años de la entrada en vigor de nuestra Constitución. Los españoles que hoy estamos muy por encima de la edad reglamentaria de jubilación celebramos aquel día con la ilusión de que empezábamos una nueva era en libertad y sin las ataduras, que en cierto modo nos había impuesto el régimen anterior o dictadura del general Franco.
Hoy, transcurridos cuarenta y dos años, estamos viendo y viviendo cosas que, a quienes tuvimos la desgracia de nacer en los años de la Guerra Civil y sufrir las calamidades de los años de posguerra, nos resultan motivo de preocupación. Mi caso personal, posiblemente siendo grave, no lo fue tanto o tan lamentable como el de tantos otros; pero, aun así, para nada deseo que ningún otro español vuelva a tener que pasar por semejante situación. Mi padre, minero entonces, en mi Mieres natal, fue reclutado por la República para ir a construir fortificaciones y trincheras en el llamado cerco a Oviedo; en el frente contrajo el tifus, como tantos otros, y una ambulancia lo llevó a fallecer a su casa. Yo tenía solo dieciocho meses, y mi pobre madre se quedó no solo sin marido y padre de su único hijo, sino que además quedó sin ningún tipo de pensión ni ingreso de supervivencia, y además marcada de por vida como la viuda de un republicano (ignoro si mi padre tenía ideas políticas; mi madre nunca me contó nada al respecto, decía que aquello había sido una guerra entre hermanos y que cada cual había padecido su parte). Recuerdo como años más tarde yo guardaba cola en la acera del local del Auxilio Social en La Pasera en Mieres para poder comer un plato de algo caliente; aquel "régimen de dictadores", ¡ya ven!, tenía un comedor para los necesitados, incluso del bando contrario, yo pregunto: ¿dónde está ahora ese comedor para los miles y miles de hambrientos actuales, cuando tenemos un Gobierno que se autodenomina socialista y progresista? Si alguien lo sabe, que me lo cuente, yo no veo más que charlatanes y demagogos por todas partes mamando del pesebre de papá Estado, y al resto que les den. Miren, para no extenderme: con aquella guerra yo creo que los españoles ya tuvimos bastante. La República, en mi opinión, quiso reformar el entonces viejo edificio estatal, y en lugar de entrar sabiamente con la piqueta poco a poco lo hizo con la pala excavadora, y el edificio se le vino abajo. Es cierto que hubo unos militares golpistas que provocaron la guerra, pero no es menos cierto que hubo unos políticos que estuvieron anclados en el error y la provocación desde el principio hasta el final. A los de mi edad poco nos queda que ver, pero al menos yo me temo que actualmente ciertos cantamañanas con ansias de revancha puedan volver a cometer el error que otros cometieron entonces, y los de mi edad sufrimos sin ser culpables de nada. Ojalá alguien les haga ver la luz y rectifiquen a tiempo, yo los veo muy a ciegas; pertenecen a una generación que lo encontró todo hecho, y vieron colmados todos sus caprichos, y eso es muy cómodo, pero trae consecuencias negativas. ¡Ojalá me equivoque!
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