Nostalgiar 2
En mi anterior ni cuenta me di, vi la foto del cine Goya con el guardia municipal y, hala, a nostalgiar. Ahí mismo se me aparecieron Yvonne De Carlo, el herrero forjando herraduras y angustiándome al clavárselas en los cascos a los animales y, un plisplás más allá, a la vera de La Gota de Leche, El Rastro y la feria de ganado.
Y hoy, que me he sentado aquí con esa intención, nanay. Porque resulta que esto de nostalgiar no es tan fácil, ni mucho menos, no es decisión de uno.
Hasta ahora no era consciente de que la nostalgia es un sentimiento y, como tal, no depende de la voluntad. No puedo ponerme nostálgico porque quiera. Lo más que puedo hacer es buscar recuerdos que me lleven a entrar en ese trance.
Y estoy viendo que tampoco esto es sencillo. ¿Cómo encontrar recuerdos que lleven a la nostalgia? Y, para mayor inri, tampoco soy yo el que decide mis recuerdos, acuden a mí los que quieren. Quién decide los pensamientos de cada cual. No creo que nadie pueda contestar esa pregunta. Ahora mismo pienso en una alpargata, ok, bueno, ¿y por qué a mi mente no vino un zapato, por ejemplo?
Buf, esto es el cuento de la buena pipa. En fin, que digo yo que, para nostalgiar, ni presente ni pasado inmediato, habrá que ir más atrás. A ver...
Las carreras de chapas. Tremendas. Necesitábamos mucho espacio y pocas interferencias en él. La carretera era buena, al fin y al cabo prácticamente la única interrupción podía causarla el "camochón" (camión grande Fiat de la mina La Camocha) pero no pasaba con mucha frecuencia.
Ya el trazado se las traía, porque, claro, era uno el que manejaba el trozo de escayola para hacer las líneas, pero lo que es el propio trazado era cuestión controversial del grupo de chapistas que íbamos a competir. Los más retorcidos, que eran los más habilidosos, por supuesto, a la hora de aplicarle el impulso dedil a la chapa (ventajista congénito el ser humano), pues a retorcer el recorrido. Generalmente, el pozo obstaculizaba un trozo pequeño, aunque en una curva muy jodida y... Anda, cómo se llamaba... jo, coño, que no me acuerdo. El caso que se trataba de un obstáculo de gran longitud, en el que, si caías, allí se terminaba tu carrera. Igual tenía más de tres metros. ¡Y no solo eso! La llegada era fácil, pero en el otro lado no había más de 15 o 20 centímetros antes de la curva, con lo cual, hosti, muy difícil salvar una distancia tan grande y aterrizar la chapa en un espacio tan pequeño. De manera que al inicio del despropósito acababa agolpándose todo el pelotón y, el que primero lograba salvar el impedimento tenía muchas papeletas para, definitivamente, ganar la carrera...
Pero que no, que de nostalgia nada. Que no siento ninguna tristeza por no poder ahora echar una carrera a las chapas. Lo que decía, que experimentar el sentimiento no depende de la voluntad. Y que la idea lo mismo, viene a ti la que le da su gana. Mira tú la que en este instante se me ha venido: una carrera que ya me gustaría. Con un trazado de para cagarse. Y nada de con chapas, con políticos, que, lógicamente, no serían impulsados con la brusca suelta del índice o corazón por parte del pulgar. Je je...
¡Qué gozada! Como tantos corredores serían demasiados, limitaría la participación a los miembros del Gobierno, asociados y dirigentes sindicales con sus nunca bien apreciados en su verdadera dimensión, llamados "piquetes informativos".
En la tribuna, porque semejante espectáculo por supuesto que exigiría una tribuna, que alguna alegría se merece el ciudadano de a pie, en la tribuna, decía, algunos asientos preferenciales, uno para quien primero se me ha venido a la cabeza: Isabel Diaz Ayuso (es la "mocina" de las películas que me monto en el presente. No hace mucho lo era Inés Arrimadas, pero, cónchale, se me ha ido cayendo...). Naturalmente, yo a su lado. Ambos, además del directo, dispondríamos de una pantalla para ver las imágenes tomadas por una escuadra de drones que nos enviarían el mínimo detalle del acontecimiento...
Y seguiría, pero creo que debo dejarlo. No consigo entrar en trance y esto ya es un coñazo. Así que, el ponerme a nostalgiar tendrá que ser para otra ocasión.
Ah, se me pasaba y no quiero dejar de mencionarlo, el final de cada uno de los, más que esforzados, forzosos participantes, no voy a decirlo (no soy militante de izquierdas, con licencia para decir todo lo que se me ocurra), sí diré que ninguno de ellos llegaría a la meta. Que se hiciera la voluntad del señor (lo escribo con minúscula porque en este caso el señor sería yo) y amén.
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