El egoísmo de no estar solo
En los tiempos que corren, donde está restringido salir de casa y donde no tenemos apena contacto con nuestros amigos y familiares, mucha gente ha optado por adoptar un animal para no sentirse solo.
Allá por marzo, cuando se nos caía la casa encima por el confinamiento domiciliario, los ciudadanos indignados se preguntaban: ¿Por qué pueden salir a pasear los perros y yo no? La respuesta era mucho más que obvia: los pobres animalitos no pueden hacer las necesidades en tu casa. Pero había un empeño de ir en contra de lo que indicaba la ley y con la excusa de dar un paseo al animalito, la gente se turnaba y encontraba su momento zen fuera de las cuatro paredes de su casa, así como muchas familias se lanzaron a comprar o adoptar animales para que los niños aburridos de estar todo el día en casa tuvieran una nueva distracción.
Ahora que parece que podemos retomar nuestra vida en las calles con la mascarilla y volver a tomarnos una cerveza en las terrazas, el caso de animales abandonados vuelve a crecer.
Por ello hago un llamamiento al raciocinio: queridos ciudadanos, tenemos la Navidad a la vuelta de la esquina y un animal no es un juguete que puedes desplazar cuando pierdas la ilusión, es un ser vivo que te necesita. La Navidad, pues, puede no ser el momento más oportuno para incorporar un perro o un gato a la familia. Se trata de una decisión muy personal y que se debe meditar seriamente, ya que los animales requieren de un gran amor y dedicación.
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