Las cosas extrañas de ahora
Hace unos meses intenté irme a Madrid para visitar a mi familia. Se ofreció muy voluntarioso a llevarme mi amigo Ton Redruello. En el coche con nosotros y atrás iban el pequeño Bruno y su perro. Los dos con el cinturón y muy formales. Tan solo con la diferencia del móvil, siempre en las manos del niño. Pensé en la novela “El Círculo de Dave Eggers”. ¿Llegará el día en el que solo nos diferenciará de los perros el móvil? Por un momento, pensaba que estaba exagerando. Y dejé este tema.
Llamé a mi hermano que vive en Manuela Malasaña. Nos convence de que, tal como están las cosas, es mejor que rehusemos la visita. Perece ser que las cosas están revueltas. Y más aún “desde la llegada de Isabelita Malasaña”. ¿Y eso qué es?, pensé extrañado. Damos la vuelta en Benavente. Y decido seguir conversando con Toni.
Pero la verdad es que nuestra conversación parece irse nublando, como la tarde. Nuestra conversación es modesta, la verdad, pues apenas intentamos explicar nada. Aunque osamos hablar del desarrollo de las tecnologías informáticas. De esto él sabe mucho más que yo. Y escuchándole, me parece que todo lo que dice que se avecina sobrepasa todos mis esquemas.
¿Ordenadores que oculten la diferencia entre el hombre y la máquina? ¿Aparatos mediáticos convertidos en un componente de la corporeidad humana? ¿Poder llegar a vivir mil años? Ya tenemos ahí los coches automáticos y el mercado de las megaempresas por internet. Hasta se pretende replantear las cuestiones relativas a los conceptos de “persona”, “sujeto”, “conciencia” y “libertad”. Si seguimos así, hasta tendremos que preguntarnos qué decimos cuando decimos “‘yo’ pienso”.
Pero, gracias a Dios, estamos llegando, casi sin sentirlo, al pueblo. Aunque por radio escuchamos el lío que se traen algunas emisoras con el tema de los allegados. Desde luego, parece que algunos no salen del despacho o escriben a la vez que buscan por internet. (Y otras malas lenguas hablan de los refritos que algunos hacen con la prensa de Madrid. Pero esto no lo creo). Hablando de las próximas Navidades la emisora escuchada ahora se hace un verdadero rifirrafe con el tema de los allegados. No tendrán otra cosa que hacer.
En mi pequeño pueblo somos nueve los vecinos que vivimos solos. ¿Quién nos va a decir quiénes son los allegados? Llevo más de veinte años, con dos excepciones, celebrando las Navidades solo. No lo harán todos, pero yo sería la mar de feliz cenando la Nochebuena con todos aquellos que quieran.
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