Añoranza de la sonrisa de un sabio
Cada vez que paso por las estrechas avenidas o caminos adoquinados de rumbos caprichosos del Campo San Francisco, lo que es frecuente, paralelo a la calle de Toreno, suelo ver de frente o de perfil la escultura del inolvidable Manolo Avello como pensativo, péñola en ristre, haciendo gala de sus magníficas crónicas, geniales ocurrencias, donde, precisamente, no hace mucho, meses atrás, como tantas veces, hiciera o no sol, según el buen tiempo, sentado en un banco, distraía su mirada, como sitiéndose parte del paisaje en la acogedora floresta, el querido y estimado profesor Martínez-Cachero, tal vez haciendo caso omiso de su artrosis, de los dolores íntimos de su ayer ágil cuerpo que antes llevara por su Oviedo querido a grandes y enérgicos pasos ... Tantas veces lo solía saludar cercana o lejanamente, correspondiendo a mis efusivos saludos con una fugaz sonrisa. No me cupo el alto honor de cultivar su grata amistad como tuve la ocasión, días y años, con su fraterno amigo Emilio Alarcos, quien como don José María, era en apariencia tímido, timidez que sólo tienen casi todas las caras de los sabios; ningún tema les era ajeno, menos, por supuesto, el campo de la gramática o la literatura... El buen humor siempre se asomaba risueño en sus labios, parecían distantes, pero mucho más el estudioso valedor de «La Regenta» y de otros históricos en el mundo ancho de las letras; no obstante, tal su vocación de maestros, profesores, lo eran no sólo en la Universidad, sino en cualquier parte...
Nunca olvidaré la cordialidad con que tendió a nuestra solicitud para que nos hablara de Rubén Darío en San Juan de la Arena con motivo del 90 aniversario de haber estado en Asturias el poeta, así como de homenaje a nuestro mutuo amigo Alarcos, cuya presencia y magistral conferencia rubeniana fue de total éxito (LNE, 11-5-1998); siendo testigo de ello la nutrida concurrencia y quienes ocuparon sitio en la mesa presidencial, Josefina Martínez, Masip Hidalgo, Mediavilla Ruiz, Jaime Menéndez Corrales alcalde del paisajístico lugar y servidor.
Oviedo, las Asturias, España universitaria está de luto, de ello a escala nacional e internacional todavía no se es consciente ... Ya nos dará la razón el tiempo. Un excepcional profesor de profesores, después de haberlo alejado de ella, con su muerte en apariencia, ha vueIto para siempre a su Cátedra, las futuras generaciones serán testigo del glorioso hombre de las letras y erudito crítico... A los contemporáneos se nos escapa y a su obra no le damos el superior valor que merece. Como proclama el Magnífico Rector -Gotor, recordemos- era: «un docente vocacional- investigador incansable y uno de los eruditos más señeros de la Universidad», de donde se lamentaba siempre, fuera apartado «legalmente» ...Por eso después de 21 años de jubilarse, nos lo recuerda su querido hijo de homónimo nombre (LNE 4-7-10)1 después de una íntima charla ... «Me di cuenta entonces de que la Universidad de Oviedo le dolía, le seguía doliendo hasta el último instante....»
De veras, mucho voy a sentir su ausencia cuando camine por el parque precitado y mis ojos no vean a su gentil persona sentada en un banco, frente a su casa, y ya no le podré saludar como lo solía hacer: «Don José María, ¡salud! «juventud divino tesoro» .... , ya lo dijo Rubén» ... Contestando como si fuera un adolescente guaje con una sonrisa, la sonrisa ofrendan los sabios que no se pueden olvidar.
Heradio González Cano, Oviedo
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