La importancia del usted
A la atención del señor médico de Urgencias.
El día 9 de diciembre acudo por la mañana con mi madre a Urgencias, después de un periplo de dos meses y tratando de no ir por la situación que estamos viviendo.
Cuando el señor médico de Urgencias me atiende y me explica la situación, yo le explico muy educadamente todo el proceso que ha vivido mi madre durante este tiempo; en ningún momento me di cuenta de que no le estaba tratando de usted, dense cuenta ustedes de que mi angustia durante todos estos meses ha sido y es enorme.
Al finalizar la conversación, el señor médico de Urgencias me recrimina que no le haya tratado de usted, que, aunque sea joven (32 años), es un médico con plaza y que se merece ese trato.
Apenas supe qué contestar, le pedí disculpas y le dije que me perdonase que ese no era mi estilo, su respuesta fue: lo dudo.
Vengo de la generación del usted, del don y doña, del por favor, etcétera. En la profesión que ejerzo antes éramos tratados así: don, doña... Ahora poco menos que nos lapidan, pero yo no exijo a nadie que me trate de usted siempre y cuando me trate con respeto.
Lamento profundamente la falta de empatía de este señor ante mi situación de angustia, reconozco mi error, pero, señor médico de Urgencias, ¿qué es más importante: la escucha atenta a un familiar preocupado por su madre o el hecho de estar pensando que no le estoy tratando de usted?
Escribo esto porque me he sentido ridiculizada ante una situación en la que para mí lo que prima es la buena atención, el respeto y la cordialidad, aspecto que yo creo que he respetado en todo momento.
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