Vuvuzelas en Luarca
Dicen que, allá donde fueras, haz lo que vieras y, yo añado, en Luarca, lo que quieras. Sin entrar en otras actividades, como ejemplo, que alargarían este escrito, quisiera denunciar en el presente la absoluta impunidad que parecen gozar ciertos locales de ocio en la villa y corte de Luarca, en concreto, a un tugurio situado al final del puerto pesquero. Cada fin de semana, y mostrando un desprecio total a un derecho tan natural como es el descanso -y a pesar, me consta, de carecer de licencia para ello-, nos deleita con una velada de música a 1.000 decibelios, hasta la salida del sol, y con aforo para todo el concejo -que nadie se sienta discriminado- a pesar, me consta, de la correspondiente denuncia de la Policía Local ante los responsables municipales, que, hasta ahora, y a pesar de la reincidencia, muestran una permisividad inexplicable -o no tanto- ante la existencia -si la hubiere- de una normativa sobre ruidos en la localidad. En el propio Ayuntamiento, ante mi consulta, me dieron como respuesta el consabido: no saben/no contestan, remitiéndome a la Policía Local.
A todo lo referido se suma la exhibición pirotécnica para anunciar cualquier evento, dudo que a la mayoría nos importe el derecho y la yema del izquierdo -como la boda de Mari Pili, un gol de Messi, el cumple de Yonatan, la verbena de la paloma o el alumbramiento del tercer varón de los Cuadrado. Cualquier motivo es propicio para lanzar voladores a cualquier día y a cualquier hora. Ya descansarás cuando ocupes tu apartamento en el cementerio. Ten contento a un pueblo feliz de ciegos, sordos y mudos, y como muestra de gratitud, los votos necesarios para que el signo político de este municipio se perpetúe por los siglos de los siglos.
¿Dices tú de ruidos? Seguro que en Sudáfrica, digan lo que digan, dormiría a pierna suelta cada noche.
Ramón Esteban González, Luarca
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