Arriesgándolo todo en busca de un futuro mejor
Todos somos migrantes, todos. Y si no lo hemos sido nosotros, seguramente algún familiar o amigo se ha aventurado a ir más allá de nuestras fronteras en busca de un futuro mejor.
Por eso mismo, y porque yo también he sido migrante y he vivido varios años fuera de España en busca de una vida mejor, me enfado tanto cuando leo sobre invasiones, asaltos y demás. Oigan, que estamos hablando de seres humanos con los mismos derechos, necesidades y sueños que nosotros. Ni nos están invadiendo ni tenemos que defender nuestra querida España del ataque de unos alienígenas. Son simplemente personas que sueñan con una vida en condiciones y que huyen de situaciones realmente dramáticas, personas que siguen recorriendo el planeta, como se ha hecho siempre desde los albores de la humanidad, en busca ni más ni menos que de la felicidad.
No es fácil dejar atrás tu país, tu familia y tu entorno sin saber lo que te deparará el futuro, solo/a y atenazado/a por la incertidumbre, el miedo, la ansiedad y la impotencia. No creo que nadie lo haga por gusto, es por necesidad, a veces en busca de trabajo y a veces para escapar de la pobreza extrema, desastres naturales, conflictos armados o persecuciones de carácter político, pero siempre por necesidad.
Ya independientemente de las medidas humanitarias que deberían implementar todos los países y de las políticas internacionales que deberían intentar acabar con la pobreza, la guerra, la desigualdad, la discriminación y la corrupción en los países de origen, nosotros como ciudadanos también deberíamos poner nuestro granito de arena y exigir que se ponga fin al discurso de odio y miedo que tanto abunda entre los políticos y los medios de comunicación.
No olvidemos que todos esos migrantes, sea cuál sea su nacionalidad, nos enriquecen inmensamente y tienen muchísimo que aportar. Deberíamos ayudarles a que su sueño se haga realidad y permitirles vivir una vida digna, no sobrevivir de mala manera en condiciones infrahumanas.
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