Prietas las filas.
El 30 de noviembre último, en la página 6 de la edición en papel de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, uno de mis admirados y envidiados columnistas habituales, don Milio Mariño (escritor) titula su artículo: “La ley Celaá decepciona”, y en el subtítulo añade: “Otra ocasión perdida para acabar con los privilegios de la escuela concertada”. En el antepenúltimo párrafo el autor escribe: “... Quienes ahora gritan libertad y se oponen a la nueva ley lo hacen... unos para defender el negocio de la concertada y otros para no perder el privilegio de mandar a sus hijos, por poco dinero, a escuelas que se diferencian de la pública porque no tienen inmigrantes ni pobres que no puedan pagar las cuotas de actividades complementarias, ni niños que no superen los filtros que imponga el centro...”.
Un dato a considerar: en los colegios concertados de ideario católico como el Sanfer y demás colegios similares de Avilés se destinan los fondos de sus fundaciones y de las AMPA (Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos) para organizar las actividades complementarias sin excluir a ningún niño por escasos recursos familiares, me consta que siempre desde el anonimato y sobre todo en los últimos tiempos con ayudas personalizadas que obviamente no se hacen públicas.
Casual y afortunadamente justo a la izquierda del artículo mencionado, en la misma página de la edición en papel puede leerse: “El colegio Santo Ángel de Avilés opta a un premio sobre tecnología”, y por curiosidad cualquier lector puede acceder a la página web del colegio concertado Santo Ángel de Avilés para contemplar las fotografías del alumnado con los preciosos rasgos latinos, africanos, orientales, íberos y celtas de sus estudiantes.
Don Ángel Garralda, párroco de San Nicolás de Bari en Avilés, fundó el colegio del mismo nombre con la dedicación abnegada de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y maestros seglares de confesión católica.
Don Ángel, benefactor de familias humildes y obreras, invirtió todo el patrimonio de casas blasonadas y fincas donado por avilesinos ilustres en crear y mantener durante años la guardería gratuita con comedor incluido para hijos de padres y madres solteras sin recursos, además de una escuela de corte y confección gratuita para jóvenes cuya profesora fue durante años Josefina, mi querida madre.
Y el catecismo extraescolar que los fines de semana reunía en el salón de actos del colegio a niños de todas las clases sociales de Avilés durante varias generaciones es hoy, con la famosa misa de los sábados de don Alfonso, un evento integrador de educación infantil en solidaridad y valores para la ciudadanía.
Hoy el patio de recreo multirracial del colegio concertado San Nicolás de Avilés alegra con sus risas infantiles el viejo claustro románico y los aledaños de la magnífica iglesia, y cualquier paseante que recorra a media mañana el casco antiguo de la Villa del Adelantado puede contemplar cómo niños y niñas hijos de inmigrantes y de españoles, radiantes de alegría y elegantemente uniformados, comparten juegos y confidencias durante la media hora de descanso escolar.
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