Todos unidos ante un planeta herido de muerte
Hoy me he despertado con una buena noticia, una de esas que animan el alma y hacen pensar que quizá no todo está perdido. Y es que los líderes de la Unión Europea han pactado una reducción de emisiones de al menos un 55% para 2030 y, aunque a mí todo me parece poco teniendo en cuenta que nos estamos cargando el planeta a pasos agigantados, no cabe duda de que es algo que hay que celebrar.
Aunque aún no se sabe cómo se va a conseguir esa reducción tan ambiciosa, no deja de ser una buena noticia que los políticos reconozcan una vez más que existe un problema y que hay que buscar una solución conjunta. Ya han pasado cinco años desde que se firmó el Acuerdo de París y un año desde que fracasó el acuerdo de la cumbre climática en Bruselas por el bloqueo de Polonia, así que no hay mal que por bien no venga y mejor si es tarde que nunca.
Mientras esperamos con el alma en vilo a que Biden y Kamala Harris pongan en marcha su plan para la lucha contra el calentamiento global y Estados Unidos vuelva a adherirse al pacto internacional contra el cambio climático, ya tenemos algo que celebrar estas navidades en un año que ha sido terrible en todos los frentes, también en lo que respecta al medio ambiente y la ecología.
No pongamos en peligro a las futuras generaciones más de lo que ya lo están. Tenemos en nuestras manos el futuro de un planeta herido de muerte y eso no es moco de pavo. Muchos de nosotros ya no estaremos aquí en unos cuantos años, pero sigue siendo nuestra responsabilidad cuidar de nuestra preciosa Tierra y hacerlo con plena dedicación y con todos los recursos que tenemos a mano. Si no lo hacemos hoy, puede que más adelante sea tarde y entonces ya no podremos dar marcha atrás para arreglar el desaguisado. Es nuestra responsabilidad, ante nuestros descendientes, ante la naturaleza y ante la vida. Como decía Jacques Yves Costeau, las futuras generaciones no nos perdonarán por haber malgastado su última oportunidad y su última oportunidad es hoy.
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