Eutanasia, muerte digna, suicidio asistido: encontrar sentido al sufrimiento
Estamos inmersos en una matanza en toda regla, un exterminio de la vejez. Pues con todo eso por delante, ya que el virus todavía no ha dado por finalizada la cruda realidad, vuelven a sacar ahora lo de la eutanasia. Los mismos que sacan el ecologismo urgente, el animalismo simplón, el feminismo misándrico, los vegetarianos absurdos, las que cargan la violencia de unos pocos al resto de hombres; los que llaman racista o xenófobo a un linier por decir “el negro” para que el árbitro lo localice entre un banquillo donde todos eran blancos para sacarle tarjeta... están llevando todo a un despropósito de moralina simplona que convertirán el mundo en un sinvivir. Dicen defender a los animales, los salvajes, los domésticos les importan un pito. Dicen defender a las mujeres, pero las ancianas para ellas no lo son, se mueren a miles y se las maltrata en residencias peor que cárceles, esas no son mujeres por tener edad. Dicen defender el ecosistema, pero ellos y ellas viajan en aviones, calefacción y viven en moles de hormigón... Hipocresía.
Son grupos que encontraron su medio de vida en ello, no lo soltarán, distorsionarán mentes y gobiernos débiles, haciendo la vida menos asimilable y comprensible; siempre cargada de problemas, contradicciones, adicciones, locuras, violencias, maltratos y abusos de todo tipo a hombres, mujeres, niños y ancianos. Claro que tenemos que hacer un mundo mejor en todos los aspectos, pero de ahí a dividir la sociedad y estar en permanente confrontación señalando a todos por lo que hagan unos pocos, va un trecho. ¿Qué eutanasia quieren ustedes ahora? De seguir así, ya no quedarán ancianos y enfermos con ganas de morirse.
Muy pocos países tienen regulada la ley de eutanasia, importantes ninguno, todos de segunda y tercera fila. ¿Por qué la mayoría no y nosotros sí? Luego, hay otros con el “suicidio asistido" no es lo mismo, se parece, pero no, más acorde a lo que ustedes expresan: tratar de facilitar (envenenar) la muerte a quien decide no seguir viviendo. Existen casos singulares a considerar, estos entrarían mejor en ese suicidio asistido que en una ley de puertas abiertas donde quepan poco a poco todos los casos de desesperación y que serán inevitables e impensables ahora. Será la crueldad legalizada, la insensibilidad anulada, acostumbrarse a matar, dejar de investigar y dejar de tratar de luchar contra la enfermedad, saldrá más económico y menos problemático ir al protocolo de muerte digna por enfermedad terminal que entre enfermo, ciencia y profesionales ponerse a superar retos.
Cuando se abre la posibilidad de matar, nos acostumbraremos a ello, empiezan por casos de mucha sensibilidad y justicia y acabaremos aceptando la muerte para quien no quiere dar la lata. Se dejarán de investigar enfermedades, serán terminales y punto. Ya que la mejor manera de superar esas enfermedades es viendo los diferentes comportamientos de las mismas en diferentes personas. No todos los cuerpos y mentes pueden pelear del mismo modo contra lo que nos parece igual o imposible. Una hija, un hijo de cualquier médico, cuando llegara a ese momento, ese cuadro doloroso y terrible de tener que mandarlos a cuidados paliativos o aceptar por decisión de él ser envenenado, ¿lo hará, o peleará hasta el último instante por la vida de ese ser, que de perderlo sería perder el motivo de su existencia como persona, padre, medico...?
“Están confrontando eutanasia y sufrimiento y no es eso, son dos cosas distintas. Existe la suficiente farmacología para no tener dolor. Lo contrario es encarnizamiento médico y debería estar penado duramente”.
“La realidad es la manera en la que las cosas son, no la manera en la que te gustaría que fueran. Los filósofos y científicos debaten acerca de la verdadera naturaleza de la realidad, y un pensamiento común es que la realidad es el conjunto de calaña social y moral que afectan a cada individuo”.
Es más, en el código deontológico de cualquier profesional de la sanidad, le marca a fuego que su prioridad ineludible es sanar, pelear por la vida y paliar el dolor, no facilitar la muerte y entregarse al destino en protocolo frío y cruel.
“¡Ojalá el sufrimiento tuviera un sentido! Y ojalá que pudiéramos pasar a través de él y buscarle ese sentido. Y sobre todo ojalá que quien ya decidió que no puede haber sentido alguno no pueda imponernos a todos los demás un ambiente en el que no haya esperanza...”.
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