Adalides del conflicto social
Ahora que la ministra de Igualdad anda liada con un estudio sobre las personas no binarias en España, o sea, las personas que no se sienten hombres ni mujeres, la concejala de Podemos Sonia Vivas, quien se define como “policía, denunciante de corrupción política y policial, lesbiana, catalana de izquierdas y feminista”, se ha soltado el pelo, y la lengua, con la chorrada cósmica de que “los hombres con penes pequeños suelen ser más beligerantes, ya que los que no cumplen con el tamaño suplen con violencia su carencia”.
¿Quiere decir la señora Vivas que si un hombre azota a una mujer hasta que sangre es porque la tiene pequeña? Ay, Dios, ahora entiendo al primo del amigo de un amigo mío quien, por cierto, me parece un acomplejado, pero en modo alguno, un violento.
Esta teoría seudocientífica no deja de ser otra teoría más, como la que concluye que los hombres africanos tienen el cerebro más pequeño y los penes más grandes, mientras que los hombres asiáticos son lo contrario. En este caso, los hombres europeos resultan “perfectos”, pues serían una combinación de gran inteligencia y una dotación genital razonable.
Volviendo al primo del amigo de mi amigo, referente de un nutrido colectivo de varones con micropene estigmatizados por la señora Vivas, habrá de andarse con tiento cuando en los prolegómenos de cualquier relación, la optante, ilusionada, saque el telémetro láser que lleva en su minibolso y pretenda hacer una medición in situ de su “chisme”, para evaluar las posibilidades de una idílica futura relación.
Dadas las circunstancias, saldrá despavorida, pero dejará a nuestro héroe hundido en la más tenebrosa sima del internet profundo, la Deep web que dicen, donde buscará con desesperación todo tipo de cremas, bombas de vacío, ejercicios, masajes, aparatos elongadores y otros suplicios que aseguren ser efectivos, para hacer su pene “competitivo”.
Dice el saber popular que la medida perfecta desde el punto de vista femenino es de 16 cm, justo lo que miden los billetes de 500, pero, primo del amigo de mi amigo, convéncete: ellas, contrariamente a lo que pregona esta ilustre podemita, no eligen a sus parejas sexuales de acuerdo al mayor o menor tamaño de sus miembros viriles, sino que tienen en cuenta muchas otras cualidades como atractivo físico, simpatía, honestidad, intimidad, apoyo, comprensión y/o amor, características imposibles de captar y valorar por una feminista radical. Ánimo, pues.
¿Puedo desearle a la señora Sonia Vivas que en su proceso mensual de menstruación sufra una endometriosis pertinaz, sin que ello suponga violencia alguna por mi parte? Pues eso.
Saludos cordiales.
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