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Puntualizaciones sobre los «vaqueiros»

18 de Julio del 2010 - Josefa Rodríguez Fernández (Oviedo)

En primer lugar, agradecer la publicación de esta carta, que me permite aclarar y puntualizar informaciones, datos y versiones respecto al tema «vaqueiro» que se pudieron leer el año pasado en esta sección. Y que pudieron dejar en los lectores que no conocen de cerca la realidad, una idea equivocada acerca del tema que me ocupa.

Me refiero concretamente a los vaqueiros de la parroquia de Naraval, Tineo. Se hace referencia en alguna de las cartas citadas a la gran discriminación que sufrieron en otros tiempos «los vaqueiros»; sí, claro que la sufrieron.

Por los años finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que es cuando tengo datos, en esta zona, como en casi toda Asturias, la pobreza y la miseria era la mayor discriminación tanto para los vaqueiros como para los xaldos.

Existía una economía de supervivencia, los vaqueiros dedicados totalmente al ganado, «curiando» todo el día el ganado: los «xaldos» cultivando la tierra, para comer todo el año: patatas, maíz, trigo, hortalizas, etcétera. Y además cuidar algún cerdo y unas pocas de vacas para la leche, para trabajar la tierra y para vender algún «xatín» y así poder pagar alguna medicina.

Los «vaqueiros» tenían mucho más ganado: vacas, cabras, ovejas, caballos y cerdos, por esto es fácil deducir que económicamente eran mucho más fuertes que los «xaldos».

En algunos casos si seguían con formas de vida como sus antepasados podía ser por tradición más que por necesidad.

Doy estos datos porque así se lo oí a mi abuelo que vivió esta época. Como también nos contaba que desde que él tenía recuerdo siempre iba a la iglesia, y que no había dónde sentarse porque el suelo era de tierra, pero que nunca había visto la famosa «viga». Con lo que puedo afirmar que en la última década del siglo XIX ya no existía.

Hablando de discriminaciones, las mujeres sabemos mucho de esto, nosotras no tuvimos derecho al voto hasta que nos lo consiguió Clara Campoamor en los años treinta, el otro día, podemos decir, y por eso no lo estamos recordando cada poco; aquí se puede aplicar el dicho: «agua pasada no muele molinos».

Respecto a los servicios sociales de los vaqueiros, como es la escuela, sé, porque me lo contaron también, que por aquella zona se contrataban a «maestros» (señores que tenían una cierta formación académica) para ir a los pueblos a enseñar a los más pequeños. En el invierno estos contratos se formalizaban en la feria de los Santos en Gera, Tineo.

Pero puedo afirmar que desde los años cincuenta en adelante, en los sesenta que ya me acuerdo, había una escuela con maestría nacional en Folgueras de Río para los niños de allí y los de Candanedo, otra en Businan también con maestra para los niños de allí mismo y para los de Monterizo, los de Escardén y los de Nera y en Naraval dos escuelas, aquí venían con nosotros los de Aristébano y los de Silvallana.

A principios de los años setenta empezó a funcionar la escuela hogar de Navelgas, adonde bajaron internos todos los niños de la parroquia en edad escolar menos los de Naraval.

Este hecho de la «concentración escolar» aceleró el final de la «trashumancia» al modo tradicional, ya que al menos alguien de la familia tenía que quedar abajo todo el curso para recoger los niños el fin de semana.

Me consta, porque lo viví, que desde un principio se integraron completamente, sin ningún problema de convivencia ni académico con los niños de otras parroquias de Tineo, e incluso de otros concejos como de Ibias, que estaban también internos en Navelgas.

A los que les gustaba estudiar, en varios casos que yo recuerde los tutores e incluso el director insistían con los padres para que los mandaran al acabar la EGB al Instituto en Luarca o Tineo. En algunos casos se consiguió, en otros no.

También se podía leer, en alguna de las cartas, que por qué no se destinaban las subvenciones para mejorar los caminos de las brañas.

Como todos ustedes saben muy bien, cuando conceden una subvención, por ejemplo, para arreglar un «hórreo», tiene que ser sólo para eso, aunque el camino de acceso a dicho «hórreo» esté intransitable.

Con lo cual, si la Consejería de Cultura concede una subvención para el museo, tiene que ser empleado concretamente sólo para aquello para lo que se aprobó.

Y así que, como debe ser, un tiempo después, viene la inspección correspondiente de dicha Consejería para comprobar «in situ» si se empleó adecuadamente el importe concedido.

Al leer alguna de dichas cartas se podía percibir la intención de dejar clara la idea de que la discriminación hacia los «vaqueiros» por parte de los «xaldos» es algo que sigue vigente. Cualquiera que no conozca aquella zona le puede quedar duda, pero les puedo asegurar que nada más lejos de la realidad.

Un detalle esclarecedor puede ser que desde hace diez años y a iniciativa de vecinos de Naraval se hace una fiesta en Folgueras del Río un domingo de julio anterior al de la «vaqueirada», «una fiesta de prau» con misa incluida, como tantas otras, que hay en el resto de Asturias por estas fechas.

Otro dato, y es el más contundente, es que el alcalde de nuestra parroquia es un señor, vecino de Folgueras del Río, que lleva varias legislaturas y sin el menor problema, creo que con esto queda dicho todo.

Sobre la atrevida y calumniosa afirmación de que la tal discriminación llegaba también al cementerio no merece la pena ningún comentario, ahí está para ver y para leer en las inscripciones el apodo de la casa y el nombre del pueblo al que pertenecen alternando indistintamente Aristébano, Naraval, Silvallana, etcétera.

Pero como el «papel» soporta todo lo que se le escribe, si no se hacen las oportunas aclaraciones puede ocurrir que una información inexacta y contaminada puede sembrar la duda entre quienes leen estas páginas, que son muchísimas personas, y que pueden quedar con la triste sensación de que en pleno siglo XXI sigan existiendo en Asturias marginaciones e injusticias de tal magnitud.

Josefina Rodríguez Fernández

Oviedo

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