El caleidoscopio del Presidente
Sánchez, Illa y Simón, cabezas visibles en esta lucha feroz y despiadada contra el covid-19, se esfuerzan por transmitir optimismo y buenas vibraciones, pero la realidad, tozuda, los pone en evidencia una y otra vez, con gran desencanto del personal que espera, impaciente y expectante, el maná de una vacuna segura y eficaz.
Sánchez animó el verano con aquel “hemos vencido al virus, salgan y disfruten de las terrazas”. Salimos, disfrutamos y... llegó la segunda ola.
Hace unos días, el Presidente hizo un discurso optimista anunciando que “ya estamos en el principio del fin de la pandemia, a las puertas de neutralizar al virus”, pero no se engañe, la hemeroteca confirma que cuando Sánchez dice que ve una luz, se refiera a “un alud”, que nos va a aplastar a todos.
En esa campaña de imagen “reanunciando” la victoria que algún día tendrá que suceder, nuestro presidente ha acudido, por fin, con su ministro Illa y el alcalde de Madrid, Almeida, a una visita hospitalaria, concretamente al Hospital La Paz, y aunque Sánchez seguramente hubiera preferido que le organizaran la visita a un hospital con helipuerto, tuvo que hacer el recorrido a pie, bajo la lluvia, protegido por 15 escoltas, además de policías y seguratas; Almeida iba con su paraguas.
Un grupo de exaltados negacionistas (de ultraderecha, dicen) carentes del más mínimo sentido del humor, abuchearon al Presidente y su ministro durante el recorrido, al tiempo que aplaudían enfervorizados a su alcalde.
He de decir que nunca antes he visto a un presidente de Gobierno al que abucheen en todos y cada uno de los sitios a donde va, prácticamente desde el primer día, y luego vaya primero en las encuestas.
Salvador Illa, “el renacido”, parece haberse tomado tres botes de Red Bull en ayunas, lo que ha disparado su autoestima y dinamismo, como se deduce de sus comparecencias en los medios, donde en los últimos días ha dicho:
En tono conciliador: “Los primeros en ser vacunados han de ser los mayores, la gente de alto riesgo y los servicios vitales para que el sistema funcione (bomberos, Policía y toda la sanidad); desconfiad si cuando digan que hay una vacunación no se ha hecho en ese orden”.
En tono amenazador: “Ya he tenido mucha paciencia. Basta ya. Vamos a hacerles frente a los negacionistas del covid y antivacunas”.
¿Está Illa amenazándonos con vacunar a todo el mundo mundial o se ha venido arriba cuando, a pesar de la incoherencia de decir hoy que “hay mucho que no sabemos aún sobre la inmunidad de las vacunas”, afirme que para el final del verano estará vacunado el 70% de la población española?
¿Qué eficacia práctica puede tener esta vacuna si se permite que miles de inmigrantes entren desde Marruecos a Canarias o a la Península sin estar vacunados?
Habla el señor Illa de población española, pero ¿van a vacunar a todos los turistas que entran a España, o les van a pedir la cartilla de vacunación? ¿Van a exigir a todos los que viajan libremente desde Europa, certificado de vacunación? ¿Y los “inmigrantes-soldados” que entran por Canarias o por otras costas, les van a prohibir la entrada si no demuestran que están vacunados? ¿Y los miles de ilegales que malviven y corretean por nuestras ciudades?
Fernando Simón, en hábil autoinculpación, con ese puntito de humor tan suyo, achaca los errores en la pandemia a la “escasez de inversión y profesionales”, opinión que no debe compartir Carmen Calvo cuando afirma: “Fernando Simón tiene su cargo por razón de su “expertitud” (dado que esta palabra no existe en la RAE, quizá quiso decir “ineptitud”, que sí existe y además procede).
Simón tiene, desde que empezó la pandemia, dichos y contradichos como “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”, o “no tiene sentido que los ciudadanos usen mascarilla”, merecedores del “Guinness”, pero para mí se lleva la palma achacar el incremento de defunciones en los primeros meses, cuando no se podía mover el coche, a un “accidente de tráfico enorme”. Un genio.
Gracias por existir, Fernando Simón. Tienes el don de hacer que mis días de penuria económica y moral lo sean menos gracias a tus intrincadas y coloristas percepciones pandémicas.
Estoy emocionado ante la perspectiva de que, una vez cumplidas las directrices (quedarnos en casa, ponernos la mascarilla, mantener la distancia social, vacunarnos, el toque de queda, cierres perimetrales y el sursum corda), los abueletes y enfermos con patologías previas, podamos llegar con buena salud a la eutanasia que nos espera al final de la pandemia.
Saludos cordiales
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

