Culpables
Desde hace unos días asisto atónito al giro de los acontecimientos que ha sufrido el mensaje político sobre la pandemia. Las tornas han cambiado. Ahora, el responsable de la pandemia eres tú. Sí, tú. No mires hacia otro lado buscando un culpable, porque no lo hay. No trates de pensar que la responsabilidad cae sobre los hombros de aquellos a los que con tu salario alimentas a base de pagar impuestos. Ni se te pase por la cabeza. Porque ellos, que tienen todos los medios existentes y a su disposición los mejores expertos, han hecho lo que han podido. De verdad. No dudes.
El runrún de la tercera ola suena en el horizonte como tambores de guerra antes de una batalla. Y el máximo responsable eres tú. El que comete el exceso de salir a estirar las piernas con su mascarilla reglamentaria tras un duro día de teletrabajo dejándote los ojos frente al ordenador y el cuello en la silla, eres tú. Porque salir a comprar un libro si es hecho por el presidente del Principado de Asturias no es un exceso, es una necesidad. Más aún cuando todos sabemos que en siglo XXI no existen librerías con páginas webs que nos envíen el libro a casa, Presidente. Pero si es un ciudadano corriente el que lleva a cabo la compra o se toma una cerveza para ayudar a su amigo que tiene un local que ha estado cerrado, pero pagando los gastos y sin recibir ninguna ayuda por parte del Estado es el responsable de una tercera ola ¿Entienden ya dónde nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos?
El problema de España se llama tercera ola y no tener un 40% de paro juvenil. Tampoco que las ayudas no lleguen, ni que los millonarios fondos europeos acaben aterrizando en 2022 y a ver de dónde se saca el dinero para 2021. Aunque esto sí que lo saben, de tu bolsillo, subiendo los impuestos. Ni mucho menos la cuestión es la cantidad de autónomos y pymes que se ven día tras día asfixiados por un Gobierno que no perdona, exprimiendo al máximo a sus ciudadanos. No osen mencionar el problema migratorio que sufren las preciosas Islas Canarias a las que solamente acuden para presumir de sus parajes, pero se les niega la ayuda que desde hace tiempo llevan pidiendo a gritos. Y espero que no se les haya pasado por la cabeza el abandono que han sufrido nuestros mayores, los que han trabajado por el presente que hemos disfrutado todo este tiempo. Y que volveremos a disfrutar. Porque lo importante en España es que no se apague la llama de la Guerra Civil, que no se deje de hablar de Francisco Franco Bahamonde. Tampoco del Rey emérito, que si no es por sus errores es por sus amores y que cuando acaben de exprimirlo irán a por sus nietos. De verdad, ¿no se dan cuenta?
Nos quieren divididos, enfrentados, enfadados. No importa que el tema sea una dictadura que se esfumó hace más de 40 años, un Rey que dejó hace seis años la corona a su hijo. O una pandemia mundial a la que no han sabido hacer frente y de la que nos han hecho líderes de una lista negra que pasará a la historia. Tampoco que frente al mayor reto económico y social como es levantar un país entero no haya nadie a los mandos de la nave. Haciendo que la gasolina del odio y la confrontación sea el motor de una sociedad cada vez más desesperada. Lo importante es que el vecino del cuarto controle si el del tercero sale por extrema necesidad y si no es así que se lo recrimine. O si es un cobarde le saque una foto y lo ponga en las redes sociales. Porque todos aquellos que lucháis con tesón por vivir dentro de este sin vivir sois culpables. Los ciudadanos libres que tienen la osadía de disfrutar de un paseo por su ciudad son los culpables. Y los políticos, aquellos que no han sido capaces de dar ejemplo, ni tan si quiera con el argumentario que ellos mismo predican, en unas semanas serán los héroes. Los que te lo avisaron. Interpretarán el papel del amigo que te aviso. Del “te lo dije”.
No caigamos en su trampa. Vivamos, con precaución, por aquellos que no pueden hacerlo. Y por los ancianos que dejaron olvidados.
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