La pandemia de los invisibles
Esta pandemia ha sacado a flote lo mejor de nosotros, pero también ha puesto al descubierto otras lacras de la sociedad que no estaban tan claras a simple vista, al menos no para la gran mayoría de la gente. Y es que por desgracia el coronavirus ha puesto de manifiesto que la censura sí existe en nuestro país y que nada es lo que parece.
Si bien es cierto que la censura ha alcanzado límites inconcebibles en países como China o Irán, donde activistas y ONG han denunciado detenciones y desapariciones de ciudadanos y periodistas que informaban sobre la gestión de la pandemia, nuestro país tampoco se ha quedado atrás. Aquí todos los gobiernos, tanto el central como los autonómicos y locales, han intentado controlar también la narrativa del coronavirus desde un principio dificultando el acceso de los periodistas y, sobre todo, de los reporteros gráficos a hospitales o residencias para mostrar lo que estaba pasando en primera línea.
Aquí no hemos visto hospitales colapsados, ancianos muriendo de mala manera en residencias o personas que han muerto en soledad en sus casas. Y, en mi opinión, eso habría ayudado muchísimo a que la gente se concienciara más y no se tomara esta pandemia a broma. Aquí se ha puesto todo tipo de trabas a la información, obstaculizando, sobre todo, el trabajo de los periodistas gráficos para que no hubiera un registro gráfico claro de la pandemia y no se retrataran las graves consecuencias de la crisis sanitaria. Estamos acostumbrados a ver imágenes de gente muriendo en guerras, epidemias o catástrofes que tienen lugar en otros países y lo consideramos normal e incluso necesario, pero hipócritamente no queremos imágenes explícitas cuando se trata del nuestro.
Y lo peor de todo es que aún hay gente que piensa que esas imágenes son morbosas y sensacionalistas y que no deben mostrarse para no herir al público. ¿De verdad? A ver, decidme, ¿cómo se puede contar una pandemia y una crisis sanitaria sin mostrar lo que ocurre en un hospital, una residencia, una ambulancia o un tanatorio? No se puede infantilizar al público y obviar lo que ocurre, hay que contar lo que pasa y dejarse de falsos paternalismos que no ayudan a nadie. El mundo no es de color de rosa y el fotoperiodismo ha demostrado de sobra que las imágenes pueden crear conciencia y cambiar el mundo.
Los ciudadanos tenemos un derecho inalienable que es el derecho a la información, y las ruedas de prensa sin periodistas o los hospitales, residencias y tanatorios sin reporteros gráficos solo ponen de manifiesto el grave deterioro que la libertad de información sufre en nuestro país. El control de la información no ayuda a nadie y la falta de reflexión de una sociedad mal informada que pretende esconder el dolor y la muerte nos perjudica a todos.
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